jueves, 29 de marzo de 2018

¿Cuándo hay que extraer las amígdalas (anginas) y las adenoides?


Las amígdalas y las adenoides son un tema recurrente en la salud de los niños. Que si duelen, que si se inflaman, que si hay que operarlas. ¿De qué se trata todo esto? Sigue leyendo para que aprendas más sobre las amígdalas y las adenoides y te enteres de cuándo y por qué hay que sacarlas.

Cuando Luisa oye la palabra amigdalitis, la asocia con una pesadilla. Su hijito de 7 años tiene infecciones recurrentes en las amígdalas (anginas) y ahora el médico le ha recomendado operarlo para sacárselas, pues todos los tratamientos para evitar que tenga infecciones no han sido efectivos.

De tantas infecciones que ha tenido, Luisa se interesó mucho en aprender sobre las amígdalas. ¿Para qué sirven? ¿Qué es la amigdalitis? ¿Cuándo se tienen que extirpar o sacar? ¿Cuál es la diferencia entre amígdalas y adenoides? Apuesto a que tienes las mismas preguntas rondando por tu cabeza.

¿Qué son las amígdalas y las adenoides?

Para empezar, las amígdalas son una masa de tejido linfático que se encuentran detrás de la lengua, a ambos lados de la garganta o faringe (cuando abres la boca y haces “aaa” las puedes ver justo en la entrada de la garganta).  Las adenoides, por su parte, cumplen la misma función pero se encuentran en la parte superior de la garganta, detrás de la nariz, por encima del paladar blando. Sirven para retener las bacterias y los virus que entran a la garganta y las vías respiratorias. Además producen anticuerpos para combatir las infecciones. Parece irónico entonces, que ellas, que están destinadas a proteger al cuerpo de ciertas enfermedades, terminen siendo víctimas de esas mismas infecciones. Son como un soldado herido que queda entonces fuera de combate.

La inflamación de las amígdalas o la amigdalitis, la cual se presenta con frecuencia, es causada por una infección que puede solucionarse por sí misma o puede tratarse con antibióticos. En algunas ocasiones, las amígdalas y las adenoides se pueden inflamar sin que el niño(a) tenga ningún síntomas y así como se inflaman (hinchan), vuelven rápidamente a su normalidad.

Sin embargo, no todos los niños tienen igual suerte y algunos padecen de síntomas e infecciones recurrentes, que requieren antibióticos y que hacen que la única solución sea la cirugía para extraer las amígdalas, las adenoides o ambas. Generalmente hay ciertas razones por las cuales el especialista puede recomendar una operación.

¿Cuándo se require cirugía para extraer las amígdalas o las adenoides?

El médico puede recomendar cirugía de las amígdalas, de las adenoides o de ambas en el caso de que el niño o niña sufra de:

  • Problemas para tragar debido a la inflamación (hinchazón) de las amígdalas
  • Dificultad para respirar normalmente (es decir, que lo hace a través de la boca y no de la nariz)
  • Interrupción en el sueño que incluye ronquidos y dificultad para respirar (en ocasiones les causa apnea del sueño)
  • Infecciones recurrentes en las amígdalas (mínimo 7 episodios en un año, o mínimo 5 episodios cada año por dos años, o tres episodios cada año por dos años)
  • Infecciones recurrentes en el oído y sinusitis que no responden al tratamiento con medicamentos
  • Ganglios linfáticos inflamados debajo de la mandíbula que duren por lo menos 6 meses y no se desinflamen con antibióticos
  • Adenoides que crecen al punto de afectar el habla e interfieren con el crecimiento normal de la cara.

A pesar de que la amigdalectomía (que es la operación en la que se quitan las amígdalas) es la segunda cirugía que se realiza con mayor frecuencia en los niños después de la cirugía para colocar los tubos en los oídos para la prevención de las infecciones en los oídos, actualmente se operan menos niños que en el pasado en todo el mundo. El criterio para operar es más estricto. Sin embargo, si tu hijo(a) necesita la operación, los beneficios son enormes. El sacar las amígdalas no significa que tu hijo(a) no podría tener dolor de garganta en el futuro, todavía puede contraer catarros o gripes con dolor de garganta, pero será diferente.

La cirugía para extraer las amígdalas (amigdalectomía) y/o las adenoides (adenoidectomía) es corta, por lo general dura alrededor de 30 minutos a 1 hora, pero requiere anestesia general. La recuperación tardará una semana o más y estará acompañada de molestias para comer y beber. Sin embargo con algunos medicamentos para el dolor que te recomendará el médico, mucha paciencia y amor, tu hijo(a) se recuperará pronto y podrá regresar a sus actividades y a sus juegos.

 

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miércoles, 28 de marzo de 2018

Los quistes en los senos: ¿son cáncer?


Si escuchar la palabra “quiste” te genera miedo automáticamente, entonces te va a dar pánico cuando encuentres alguno en tus senos. No te preocupes, los quistes en los senos son muy frecuentes y la mayoría son benignos.

Si tienes entre 30 y 50 años, es muy común que encuentres uno que otro quiste en tus senos. Los quistes son pequeños bultos llenos de líquido que se forman cuando se bloquean las glándulas mamarias.

Algunos quistes en los senos son tan pequeños que no los puedes ver ni sentir, pero la mayoría los descubres cuando sientes una bolita que puede ser suave o firme adentro de tu seno, o cuando sobresalen. Generalmente los quistes aumentan de tamaño y pueden doler un poco unos días antes de la menstruación, durante el síndrome premenstrual (SPM), y este es el momento en que los puedes identificar más fácilmente. Después de que se termina tu período, los quistes vuelven a su tamaño normal y ya no están tan sensibles.

Los quistes en los senos: ¿son cáncer?

Es normal que te asustes al sentir un bulto extraño en alguno de tus senos. Lo primero en lo que piensas es cáncer. Pero generalmente no son motivo de preocupación ya que típicamente los quistes en los senos son benignos, y muchos se deshacen solos con el tiempo. Incluso puedes estar tranquila si llegas a sentir muchos quistes al mismo tiempo; a esto se le llama senos fibroquísticos que es una condición también bastante común y normal.

Los quistes en los senos casi nunca necesitan tratamiento a menos que sean muy grandes y te molesten o te duelan demasiado. En esos casos tu ginecólogo puede drenarlos usando una aguja muy delgadita. Si definitivamente un quiste está creciendo más de lo normal o provocándote mucho dolor e incomodidad, puede ser extirpado con una operación, pero esto sucede rara vez. Y para los síntomas, aunque se desconoce el mecanismo preciso, se piensa que el disminuir el consumo de cafeína (incluyendo el chocolate) puede ayudar; también se recomienda limitar el consumo de sal para retener menos líquidos y podrías probar tomar el aceite de onagra (primrose oil en inglés) que se vende sin necesidad de receta y que proporciona ácido linoléico.

Los estudios diagnósticos más útiles son el examen clínico, el ultrasonido y el drenaje con una aguja muy delgada. La citología (cuando se envía el líquido del drenaje al laboratorio). Ocasionalmente la mamografía o mamograma, cuando se está descartando otro problema.

Ahora, el hecho de que puedes estar tranquila si tu médico te dice que tienes quistes en los senos no quiere decir que te puedes olvides de ellos por completo. Es importante que te examines tus senos con regularidad para identificar cambios en la forma, en la consistencia y en el tamaño de los quistes que ya tienes identificados o si te aparecen otros quistes o bultos. ¿Cómo lo haces? Mediante un autoexamen de los senos, una técnica mediante la cual palpas tus senos para identificar cualquier cambio en ellos. Algo parecido a la revisión de los senos que te hace tu ginecólogo cuando lo visitas para tu chequeo regular.

Los autoexámenes son muy importantes para identificar a tiempo cualquier cambio extraño en tus senos. Si descubres algo que te preocupa debes informarle a tu ginecólogo de inmediato para que él o ella te examine y determine si es algo normal o si es necesario hacer más estudios. Así los puedes tener todo bajo control.

La solución está en tus manos. Aprende a hacerte un autoexamen de los senos y así ya no te mueres del miedo por los quistes.

 

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martes, 27 de marzo de 2018

¿Por qué duele la pelvis? Posibles causas del dolor pélvico


No sólo el período puede provocarnos molestias intensas debajo del ombligo. Existen diferentes causas del dolor en la pelvis que nos pueden estar quitando el sueño. Algunas de ellas tienen más riesgos que otras, no todas se relacionan con el ciclo menstrual y pueden afectar a distintos órganos.

Casi todas las mujeres hemos experimentado lo que algunas llaman “dolor en los ovarios” cuando tenemos el periodo menstrual (la regla). Incluso, nuestro ciclo menstrual puede provocarnos molestias durante, antes y entre los períodos menstruales. Pero no por eso todos los dolores que suframos en el área de la pelvis necesariamente están relacionados con esto.

Existen varias causas que pueden provocarnos dolor en la pelvis, algunas tienen más riesgos que otras, y pueden ser producto de condiciones en distintos órganos de la zona, como el útero, los ovarios, las trompas de Falopio, la vagina, el tracto urinario, los intestinos y el recto.

El tratamiento varía de acuerdo a lo que esté causando el dolor: puede ser un problema de fertilidad, algún desorden digestivo leve o incluso una alerta que indique un problema que requiera tratamiento de emergencia.

Causas del dolor de la pelvis

A continuación encontrarás algunas de las posibles causas del dolor pélvico:

  • Apendicitis: una inflamación en un tejido conectado al intestino grueso o colon denominado Apéndice. Además de dolor del lado derecho del abdomen, los síntomas incluyen vómitos y fiebre. Muchas veces se confunde con un trastorno gastrointestinal, pero es muy importante detectarlo a tiempo, ya que si tienes el apéndice inflamado e infectado deberán quitártelo con una operación de urgencia. De otro modo, puede romperse y desparramar la infección dentro del abdomen (esto se conoce como peritonitis), provocando complicaciones que hasta pueden poner en riesgo tu vida.
  • Colon irritable: se trata de un trastorno digestivo crónico que puede producir dolor recurrente, cólicos, inflamación, diarrea y/o constipación. No se conocen las causas del síndrome del colon irritable (SCI o IBS, por sus siglas en inglés) pero hay diversas maneras de controlar los síntomas, que incluyen cambios en la dieta, control del estrés y medicamentos.
  • Cálculos renales: son piedras de sal y minerales que se depositan en la orina, pueden ser tan pequeñas como un grano de arena y tan grandes como una pelota de golf. Pueden causar mucho dolor y la orina se vuelve de color rosada o roja.
  • Infección urinaria: se produce cuando algún germen ingresa al tracto urinario y puede causar problemas en cualquier parte de la uretra (el tubito por donde sale la orina) a la vejiga, pasando por el útero y hasta el riñón. Los síntomas incluyen dolor en la pelvis, ganas frecuentes de orinar y dolor al hacerlo, fiebre, náuseas, vómitos y dolor en el lado derecho o izquierdo de la parte baja de la espalda.
  • Dolor pélvico crónico: se produce debajo del ombligo, se mantiene por lo menos durante seis meses y puede interferir en las actividades de la vida diaria.
  • Embarazo ectópico: es otra situación que requiere tratamiento de emergencia. Se produce cuando un embrión comienza a crecer fuera del útero, generalmente en una de las trompas de Falopio. Los síntomas pueden incluir dolor en la pelvis, cólicos, sangrado vaginal, náuseas y mareos.
  • Inflamación pélvica: la enfermedad inflamatoria pélvica o EIP es una infección en la pelvis, a veces asociada con enfermedades por transmisión sexual, que puede causar daños permanentes en el útero, los ovarios y las trompas de Falopio, y constituye una de las principales causas de la infertilidad femenina. Los síntomas incluyen dolor abdominal, pélvico, fiebre y dolor durante el sexo o al orinar. Se trata con antibióticos y en casos muy severos podría requerir cirugía.
  • Quistes en los ovarios: en la mayoría de los casos son inocuos, frecuentemente no dan síntomas y desaparecen solos sin necesidad de tratamiento, pero si se detectan, necesitan monitoreo por tu médico. Cuando se tienen síntomas pueden causar dolor pélvico, aumento de peso y necesidad de orinar con frecuencia. Dependiendo de sus características y su tamaño es su tratamiento. Si se rompen o sangran, por ejemplo puede ser doloroso. La mayoría son benignos, pero necesitan supervisión.
  • Fibroma uterino: en general no causan problemas pero algunas mujeres pueden experimentar presión en el vientre, dolor en la parte baja de la espalda, menstruaciones dolorosas, dolor al tener sexo y problemas para quedar embarazada.

Hay otras causas como endometriosis, etc. Si eres de las que sufre todos los meses de dolor en la pelvis, probablemente ya conozcas de qué se tratan los malestares relacionados con el ciclo menstrual y sabrás diferenciarlos si se presenta alguna otra condición. Lo mismo si tienes o has tenido dolor pélvico por algún otro motivo, como infección urinaria o colon irritable, posiblemente ya sepas diferenciar los síntomas.

De todos modos, es conveniente que estés atenta a las señales que te envía tu cuerpo y no esperes para ir al médico únicamente cuando sientas algo diferente o fuera de lo normal. Ve preventivamente simplemente para despejar dudas, para obtener un diagnóstico y un tratamiento si tienes alguna molestia. Habla con tu médico acerca de tu dolor, él o ella te podrían dar recomendaciones para que te sientas mejor.

 

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lunes, 26 de marzo de 2018

Disfunción Eréctil: 10 factores que pueden estar “matando” tu erección


La mayoría de los hombres le temen a la disfunción eréctil, que sucede cuando el pene no puede ponerse o mantenerse erecto para el acto sexual. Existen muchos factores que pueden interferir para que tengas una erección normal y exitosa. Aquí encontrarás algunos de ellos, varios fácilmente están bajo tu control y no requieren de medicamentos.

Muchos hombres reportan no haber podido tener una erección, al menos una vez en su vida. Pueden ser hombres completamente sanos, pero a veces, existen factores emocionales o físicos que pueden afectarlos y como consecuencia no se produce la erección. Entre los factores más comunes que pueden estar matando tu erección se encuentran los siguientes, para que tomes medidas al respecto:

1. Alcohol

Si piensas que tomarte unas copas de más te ayudará a relajarte y estimularán tu deseo sexual, esto es un error. El alcohol es un depresor del sistema nervioso, por lo cual afecta la respuesta sexual tanto en los hombres como en las mujeres. Sus efectos son temporales, pero el consumo excesivo de alcohol sí puede ser una causa definitiva de la disfunción eréctil. Beber con moderación está bien, pero si te pasas de tragos, sabrás que la respuesta en la cama, no es la mejor.

2. Estrés

¿Quién se siente sexy cuando está pensando que no tienen trabajo o que mañana tiene una reunión muy importante con el jefe? No creo que muchos. El estrés causa diferentes reacciones en el cuerpo y puede interferir con tus erecciones. Por eso, lo mejor a la hora del sexo es relajarse y no estar pensando en eso. Si es un tema recurrente, busca ayuda profesional.

3. Drogas y medicamentos

El uso de drogas ilegales como la cocaína y la marihuana afecta la respuesta sexual en los hombres. De la misma manera algunos medicamentos y algunas hierbas pueden afectar tu capacidad para mantener una erección. Entre ellos, ciertos medicamentos para la presión arterial, la depresión y para el dolor. Consulta con tu médico sobre los efectos secundarios de los medicamentos que tomes y evita el uso de drogas ilícitas (ilegales).

4. Tener una imagen negativa de ti mismo

La baja auto estima o la imagen negativa que tienes de ti mismo, afectará tu desempeño en la cama. Si no te gusta lo que ves en el espejo, pensarás que resultas poco atractivo para tu pareja y eso afectará tu erección a la hora del sexo.

5. Ansiedad

Por lo general muchos hombres sienten ansiedad sobre cómo será su desempeño en la cama. Están tan preocupados por si serán buenos a la hora del sexo que esto puede inhibir por completo su erección.

6. Sobrepeso

Además de afectar la imagen que tienes de ti mismo y tu amor propio, estar pasado de peso influye en tu capacidad para tener una erección. Los hombres gordos producen menos testosterona, la hormona responsable del deseo sexual y la potencia de las erecciones. Además, las libras o kilos de más pueden causar hipertensión o presión arterial alta, lo cual puede causar problemas con la circulación  y esto puede provocar disminución en el flujo de la sangre hacia el pene, que es indispensable para tener una erección.

7. Problemas de salud

Condiciones como la diabetes, la presión arterial alta (hipertensión), la esclerosis múltiple, el endurecimiento de las arterias (arterioesclerosis), problemas con la vejiga y cirugía de la próstata pueden causar problemas a la hora de tener una erección.

8. Problemas con tu pareja

El enojo, la tristeza, las peleas, la falta de confianza, todos estos factores influyen en la disfunción eréctil. Es difícil hacer el amor cuando no te estás llevando bien con tu pareja, ya que esto disminuye la atracción hacia la otra persona.

9. Depresión

Si tienes en cuenta que el principal órgano sexual es el cerebro, entenderás que si tienes depresión, los químicos encargados de enviar mensajes de respuesta sexual a tus órganos genitales, no están funcionando bien, en una forma balanceada. De ahí que muchos hombres con depresión pierdan su deseo sexual o libido. A esto se suma que muchos de los medicamentos antidepresivos también contribuyen a la disfunción eréctil.

10. Estilo de vida

Una mala alimentación, dormir poco, no hacer ejercicio y fumar pueden influir en tu deseo sexual y pueden interferir en tu capacidad para tener una erección satisfactoria. Así que es el momento de que evalúes tu estilo de vida para poder establecer si estos factores están contribuyendo a tus problemas para lograr la erección.

El hablar sobre la disfunción eréctil puede resultar vergonzoso para muchos hombres. Pero no debe ser así. El discutir este problema con tu médico es indispensable para poder encontrar la solución. Muchas veces la disfunción eréctil es un reflejo de un problema de salud más serio, por ejemplo, puede ser el primer síntoma de un problema cardiovascular. Mientras más pronto lo hagas, más rápido podrás encontrar la causa de tu disfunción eréctil y entonces, podrás seguir un tratamiento adecuado y disfrutar plenamente de tu vida sexual.

 

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domingo, 25 de marzo de 2018

La colitis: ¿qué es, qué la causa, y qué puedes hacer?


Con frecuencia la gente se queja que tiene colitis. Supongo que la mayoría la hemos padecido en algún momento de nuestras vidas. La colitis es la inflamación del colon, que es el intestino grueso, y es un padecimiento muy común. Hay varias causas y por lo tanto diferentes tratamientos. En este artículo te contamos las causas más frecuentes y cómo puedes ayudar a mejorar tus síntomas.

Las causas mas frecuentes de la colitis son:

Los síntomas de la colitis incluyen:

  • Distensión abdominal, sensación de inflamación con gases.
  • Dolor abdominal que es constante o intermitente
  • Heces con sangre
  • Escalofríos y fiebre en caso de haber infección
  • Ganas constantes de ir al baño y tener evacuaciones
  • Deshidratación
  • Diarrea o constipación que pueden alternar
  • Aumento de gases intestinales

¿Cómo se diagnostica la colitis?

Hay varias maneras de diagnosticar la colitis y según tus síntomas y tu historia clínica, el médico te dirá cual es el mejor método. Entre los estudios están los exámenes de laboratorio de heces para cultivos y búsqueda de parásitos o virus. La  sigmoidoscopía flexible o colonoscopía que se efectúa insertando una tubo flexible en el recto y evaluando el colon. Durante este estudio el médico puede tomar muestras y biopsias para examinarlas y así poder tener un diagnóstico adecuado.

Hay diferentes tipos de radiografías que puedes ser útiles como la:

  • Tomografía computarizada del abdomen
  • Resonancia magnética del abdomen
  • Radiografía abdominal
  • Enema opaco o colon por enema

Tratamiento

El tratamiento depende de la causa de la enfermedad, ya sea por infección, inflamación, falta de flujo sanguíneo u otra causa.

Te menciono que es importante, hacer  cambios en tus hábitos alimenticios (una dieta saludable en la que evites excesos de carnes rojas, embutidos, lácteos, condimentos artificiales, coliflor, y lechuga, entre otros). Es importante aumentar el consumo de fibra y líquidos a tu dieta diaria.

Hay medicamentos  específicos que tu médico te recetará, dependiendo la causa. Incluyendo antibióticos, antiparasitarios, medicamentos para aliviar el dolor y la inflamación. Raramente el tratamiento es quirúrgico.

Como verás son muchas las causas, así que te recomiendo que hagas clic en los enlaces azules en este artículo o uses el buscador en la barra azul de hasta arriba para encontrar artículos en Vida y Salud con detalles más específicos de cada padecimiento, para poder entender mejor tu enfermedad y recibir un buen tratamiento.

 

Por: Jorge Goldberg MD FACG

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sábado, 24 de marzo de 2018

Lo que indica un flujo vaginal de color amarillo


¿Es normal tener flujo vaginal? ¿Cuándo y por qué cambia el color del flujo? ¿Debo preocuparme si tiene olor fuerte? ¿Qué significa que sea amarillo? Aquí te damos la respuesta a estas interrogantes, para que puedas mantener una higiene íntima saludable y evitar complicaciones vaginales.

Cuando Vilma le confesó tímidamente a su amiga que estaba preocupada porque sentía que su flujo vaginal tenía un olor fuerte, Rosa le recomendó distintos perfumes y productos de limpieza íntima, aunque en verdad estos no son necesarios para mantener una buena higiene vaginal.

Es normal que las mujeres tengamos flujo vaginal, pero este debe ser de color claro y blanco. Ten en cuenta que la cantidad de flujo puede aumentar si estas ovulando, amamantando o si estás sexualmente excitada.

A veces, el flujo cambia de color y hasta puede tener un olor fuerte. En esos casos, debes prestar atención y consultar a un médico, ya que puede indicar la presencia de una infección. Si es blanco y pastoso, como el queso de cuajada, el requesón o el ricota, entonces es posible que se trate de una infección provocada por un hongo, o sea, una vaginitis por hongo, que generalmente se trata del hongo llamado Candida albicans.

Cuando el flujo es amarillo (a veces amarillo-verdoso), en cambio, es probable que se deba a una infección causada por un parásito, algo que se conoce como tricomoniasis, ya que el parásito se llama Trichomonas vaginalis. En este caso, se trata de una enfermedad de transmisión sexual que puede aparecer en los tejidos de la vagina o la uretra. Aunque esta infección es más común en las mujeres, los hombres también pueden estar infectados, y generalmente, no tienen síntomas. Entre las mujeres, 2/3 partes de ellas tienen síntomas y sólo un tercio de las mujeres con tricomoniasis no tienen síntomas. En general, los signos y síntomas de esta enfermedad en las mujeres incluyen:

  •  Flujo acuoso y burbujeante, amarillento o verdoso.
  • Olor desagradable.
  • Dolor y comezón al orinar (más notorios después de los períodos).

En el caso de los hombres, cuando aparecen los síntomas incluyen:

  • Irritación dentro del pene.
  • Dolor al orinar.
  • Dolor y/o hinchazón en el escroto (las “bolsas” que contienen a los testículos).

En ellos, además, la infección suele desaparecer espontáneamente y sin provocar síntomas, pero si el hombre está infectado puede continuar contagiando a la mujer. Por eso, es importante que ambos integrantes de la pareja reciban tratamiento -que es con antibióticos- a los dos al mismo tiempo.

La vaginosis bacteriana o vaginitis bacteriana es una de las infecciones más comunes de la vagina, frecuentemente es causada por el crecimiento excesivo de una bacteria anaérobica (es decir, que no necesita oxígeno para sobrevivir o crecer) y un organismo llamado Gardnerella vaginalis, que normalmente se encuentran en tu vagina pero en cantidades pequeñas, (aunque no es la única bacteria responsable de esta infección, existen otras bacterias que también la causan). Estos organismos conviven con otra bacteria denominada Lactobacilli, cuya misión es la de producir un desinfectante natural que ayuda a mantener a los organismos de tu vagina en un nivel normal, saludable, y balanceado.

Cuando se produce un desequilibrio en esos niveles y las bacterias “dañinas” crecen demasiado, entonces se produce una infección (la vaginosis bacteriana). Los síntomas que puedes tener incluyen:

  • Flujo vaginal blanco, gris o amarillento.
  • Olor desagradable (a pescado), que es más intenso después de las relaciones sexuales o después de lavarse con jabón.
  • Comezón o ardor.
  • Enrojecimiento leve e inflamación (hinchazón) de la vagina o la vulva.

No se conocen las razones exactas de por qué se produce esta infección, que puede ocurrirle a cualquier mujer, pero se sabe que es más común en las que tienen varias parejas sexuales o cuando se tiene una pareja sexual nueva. Usar duchas vaginales también puede aumentar las posibilidades de desarrollar esta infección.

Para tratarla, tu médico puede indicarte que tomes antibióticos  orales (tomados) o  en  forma de crema o gel para insertar dentro de tu vagina. No uses duchas o desodorantes en aerosol para tratar la vaginosis bacteriana, ya que si bien estos productos puedan ayudar a esconder el olor, no curan la infección y hasta pueden empeorarla.

El problema de no tratar la vaginosis bacteriana es que puede infectar el útero (matriz) y las trompas de Falopio (los conductos que transportan los óvulos al útero), esto se conoce como enfermedad inflamatoria pélvica (EIP). La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) puede causar varios problemas: puede provocar abscesos, aumenta las posibilidades de tener un embarazo ectópico (en el cual un óvulo fecundado crece fuera del útero, generalmente en una trompa de Falopio) e infertilidad en el futuro. Por eso es tan importante tratar esta infección, especialmente en mujeres embarazadas ya que podría causar un parto prematuro o un bebé de bajo peso al nacer.

Algo que debes considerar es que tener ya sea tricomoniasis como vaginitis bacteriana aumentan tu riesgo de contraer otras infecciones por contacto sexual incluyendo el VIH. Así que es importante que te diagnostiquen y te den el tratamiento adecuado lo antes posible.

Finalmente, existe otro tipo de vaginits que es la vaginitis que no es infecciosa y es el tipo de vaginitis causada por el uso de perfumes, de jabones, de desodorantes o duchas vaginales, de detergentes, de espermicidas, de lubricantes perfumados o cualquier producto que cause una alergia o irrite la región vaginal o vulvar. También se incluye aquí la sensación de ardor o comezón que algunas mujeres experimentan después de la menopausia debido a la atrofia (o sea al adelgazamiento) del tejido de la vagina por la disminución en el nivel de estrógenos (la hormona femenina). El tratamiento es de acuerdo a la causa. En el último caso, tu médico te puede recomendar una crema vaginal con estrógenos para que te apliques un par de veces a la semana. En los otros casos, lo principal es descontinuar el producto que te causa la alergia o la irritación y, si es necesario, te puede recetar algo para quitarte la molestia en lo que desaparece.

Como ves, es importante que no te de pena hablar sobre el flujo vaginal y los cambios que notes en él. Si tienes dudas al respecto, habla con tu médico o con un especialista en salud, él o ella podrán ayudarte. Aunque molestas, las vaginitis tienen solución, ¡búscala a tiempo!

 

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viernes, 23 de marzo de 2018

Haces ejercicio y te duele: ¿Es una lesión o “dolor sano”?


El hacer ejercicios es algo saludable y entretenido que ayuda a mantenerte en forma y de buen humor. Sin embargo, un movimiento equivocado puede provocarte una lesión. Por eso, aquí te contamos cómo puedes saber si lo que sientes es “dolor sano”, propio del ejercicio, o si te has lesionado, y qué conviene hacer en esos casos.

Si quieres iniciar una rutina de actividades físicas, no trates de hacer tanto ejercicio de golpe, todo junto y exigiendo más de lo que tu cuerpo puede hacer. Quizá recuerdes que ya te hemos dado esta sugerencia en artículos previos aquí en Vida y Salud, pero nunca está de más repetirla, pues los especialistas recomiendan hacer ejercicio regularmente, mantener la rutina a lo largo del tiempo e ir incrementando el nivel de actividad a medida que el cuerpo se va fortaleciendo (pero aún así, casi nadie está libre de lesiones).

En general, muchas personas que tienen una vida sedentaria, de repente, quieren verse mejor y perder esos kilos o libras de más. Así es que empiezan con mucho entusiasmo pero, al mismo tiempo, a hacer demasiado, corriendo riesgos que podrían evitarse.

¿Por qué? Porque si no estás acostumbrado a hacer ejercicio lo más probable es que tus músculos estén débiles. Esto no significa que tú seas débil sino que el cuerpo se ha desacostumbrado a ciertos movimientos y si le exiges que los haga en forma brusca puedes lesionarte, que es justo lo opuesto a lo que estas buscando, que es verte y sentirte mejor.

Por supuesto, si hace mucho tiempo que no ejercitas y un día pasas 15 minutos haciendo el Step, otro tanto corriendo sobre la cinta y luego con abdominales, es muy probable que luego te duelan los músculos al caminar o al hacer otras actividades.

Esto es normal y no causa complicaciones. El problema está en cómo puedes diferenciar cuando se trata de una molestia propia del ejercicio y cuándo se trata de una lesión que necesita que suspendas el ejercicio e incluso que busques tratamiento médico.

Para que puedas distinguir una condición o un dolor de otro, aquí te contaremos algunas cosas que te pueden ayudar:

  • Las molestias del denominado “dolor sano” no aparecen mientras haces el ejercicio sino uno o dos días después. Por eso la recomendación es que dejes de hacer ejercicio si sientes dolor mientras te ejercitas.
  • Si comienzas a hacer ejercicio cuando tienes molestias o “dolor sano”, este desaparecerá luego de 10 o 15 minutos de ejercitar. Por el contrario, si es una lesión el dolor continúa y puede empeorar.
  • La mayoría de las lesiones que se producen al hacer ejercicio provocan inflamación (hinchazón), que en general se acompañan además del dolor, de enrojecimiento de la piel. Los dolores musculares propios del ejercicio no causan inflamación ni enrojecimiento.
  • A veces, podrías sentir que estas inflamado(a) pero no se nota por fuera. En esos casos, para darte cuenta si tienes una lesión puedes tratar de mover la articulación resentida y comprarla con la otra. En general no podrás moverla tanto, o sea no lograrás extenderla, flexionarla igual, no abarcará la misma área cuando tratas de moverla en las diferentes direcciones. Además, la parte lesionada podría estar más débil.
  • Si al presionar sobre alguna parte te produce dolor y esto no ocurre en el mismo punto del lado opuesto del cuerpo, es posible que tengas una lesión que necesita atención médica.
  • El dolor en las articulaciones rara vez tiene que ver con los músculos. Es importante que consultes a un especialista si te duelen las rodillas, los tobillos, las muñecas o los codos.
  • Si sientes entumecimiento u hormigueo en alguna parte, no lo dejes pasar. Ese tipo de sensación suele estar relacionada con una compresión de los nervios, lo cual indica que podrías tener una lesión grave.

Cuando antes comiences a cuidarte si sientes dolor, más rápido desaparecerá cualquier problema. Ten en cuenta que la mayoría de las lesiones sanan solas con reposo, si te aplicas hielo y si mantienes elevado el lugar lesionado. Sin embargo, si el dolor no desaparece luego de una semana, consulta a un especialista para que pueda indicarte el tratamiento adecuado. Y desde luego, no te esperes si tienes cualquier duda o si el dolor o la inflamación aumentan.

Si prestas atención a tu cuerpo y atiendes cualquier lesión rápidamente, podrás volver pronto a tu rutina de ejercicios y podrás mantener el estilo de vida sano que has elegido.

 

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