jueves, 30 de noviembre de 2017

¿Qué pasa en mi cuerpo durante el sexo? – Las etapas del ciclo de respuesta sexual


Tu cuerpo reacciona de diferente forma a las distintas fases del ciclo de la respuesta sexual que el de tu pareja. Es importante que sepas cuáles son esas diferencias, porque eso te da las armas para hacer más intensa tu relación, y podría ayudarte a identificar las señales de cualquier problema sexual que se presente.

Una pareja que se acopla bien en el baile es algo digno de admirar: ambos se mueven al ritmo de la música, dan los pasos adecuados y hasta parece que pueden adivinar y anticipar los movimientos del compañero.  Esa compenetración no se improvisa por más aptitudes que se tengan, se perfecciona.  Pues bien, la relación amorosa es algo parecido a un baile en el que ambos conocen los pasos y se acoplan a la perfección. Los movimientos no tienen que ser idénticos, sólo hay que saber cuándo esperar o cuando acelerar, o dejarse llevar… todo en el momento debido.

¿Qué es el ciclo de respuesta sexual?

Como las sinfonías, el ciclo sexual tiene sus etapas o fases. ¿Sabes cuáles son?  Son exactamente cuatro: la excitación, el plateau (meseta), el orgasmo y la resolución. Tanto los hombres como las mujeres experimentan estas fases, pero a un ritmo diferente, por eso no siempre alcanzan el orgasmo al mismo tiempo. La intensidad y el tiempo de la respuesta varía según la persona, y el conocer esas diferencias te ayuda a comprender mejor las reacciones de tu cuerpo y el de tu pareja, y a intensificar la experiencia sexual.   Por lo general el ciclo completo en la mujer dura unos 15 minutos, mientras que el hombre puede llegar al orgasmo mucho más rápidamente, entre 3 y 5 minutos. Por eso no hay que desesperarse ni pensar que no se está haciendo algo de forma adecuada si la pareja no puede alcanzar el orgasmo al mismo tiempo.

La fase 1: excitación. Esta fase puede durar desde algunos minutos hasta varias horas. Sus características:

  • Se aumenta la tensión muscular.
  • Se acelera el ritmo del corazón y la respiración.
  • Aparece rubor (enrojecimiento) en la piel, en forma de manchas rojas en el pecho y en la espalda.
  • Los pezones de endurecen o se ponen erectos.
  • Se incrementa el flujo de la sangre a los genitales, lo que hace que se hinchen el clítoris y los labios vaginales interiores de la mujer. El útero se eleva, tirando de la vagina y haciéndola más voluminosa. En el hombre se produce la erección del pene, la piel del escroto se tensa y aumenta de grosor, y los testículos se sitúan más arriba del escroto.
  • Empieza la lubricación vaginal en la mujer.
  • Los senos de la mujer se vuelven más llenos, y las paredes vaginales empieza a hincharse. Aparece el rubor sexual en los senos.
  • Los testículos del hombre se hinchan, su escroto se contrae y empieza a segregar un líquido lubricante (este líquido lubricante es parte del semen y contiene espermatozoides. Si la mujer no desea un embarazo, debe protegerse aunque todavía no haya ocurrido la eyaculación).

La fase 2: la meseta (o plateau), es el período entre la excitación inicial hasta el punto del orgasmo. ¿Qué ocurre aquí?

  • Los cambios que empezaron en la fase anterior se intensifican.
  • La vagina sigue hinchándose, debido al incremento del flujo de la sangre, y las paredes vaginales toman un tono rojo oscuro.
  • El clítoris de la mujer se vuelve muy sensible, hasta el punto de que el contacto puede producirle dolor, y se retrae bajo el capuchón del clítoris para evitar la estimulación directa del pene. El rubor sexual de ambos se difunde al pecho, al abdomen, a la cara, etc.
  • Los testículos del hombre aumentan de tamaño, la cabeza del pene aumenta de diámetro y el glande intensifica su color. Se produce la emisión (la salida) del líquido seminal.
  • La respiración, el ritmo del corazón y la presión arterial siguen aumentando.
  • Se aumenta la tensión muscular, y los espasmos musculares pueden empezar en los pies, en la cara y en las manos.

La fase 3: el orgasmo o el clímax del ciclo sexual. Es la fase más corta, y por lo regular dura sólo unos segundos. Sus características son:

  • Empiezan las contracciones musculares involuntarias. En la mujer, se producen contracciones rítmicas de la vagina. El útero se contrae al mismo ritmo de las contracciones vaginales.  En los hombres, las contracciones rítmicas de la próstata y del pene se producen más rápidamente, y resultan en la eyaculación del semen. Van decreciendo en intensidad y en frecuencia después de las primeras emisiones.
  • La presión arterial, el rimo cardíaco y la frecuencia de la respiración están en su mayor intensidad.
  • Se producen espasmos musculares en los pies.
  • Hay una poderosa y repentina liberación de la tensión sexual.
  • El “rubor sexual” puede aparecer en todo el cuerpo.

La fase 4: resolución.

  • Durante la resolución, desaparecen los espasmos musculares, y el cuerpo regresa lentamente a su nivel de funcionamiento normal. Las partes que se hincharon o que tuvieron erección vuelven a su tamaño y a su color previos.
  • En las mujeres desparecen el rubor y la hinchazón de los pezones y de los senos, y el clítoris recupera su posición. En los hombres, luego de la eyaculación, la erección desaparece progresivamente.  El rubor desaparece inmediatamente después del orgasmo.
  • El esfuerzo anterior deja cubiertos de sudor a los dos miembros de la pareja.
  • Algunas mujeres, si reciben en este momento más estímulo sexual,  pueden regresar con rapidez a la fase del orgasmo y pueden experimentar orgasmos múltiples. Los hombres necesitan un tiempo de recuperación después del orgasmo, llamado “período refractario”, durante el cual no pueden llegar de nuevo al orgasmo. La duración de este período varía de un hombre a otro, y generalmente se alarga con la edad.
  • Esta fase se caracteriza por una sensación de bienestar, de intimidad más estrecha entre los dos y a menudo fatiga.

A grandes rasgos, esas son las cuatro etapas del ciclo de respuesta sexual que, explicadas así suenan un poco mecánicas, pero qué son diferentes en la realidad. Usa esta información para identificar esas señales en ti y en tu pareja en el próximo encuentro para que puedas disfrutar ese “baile” que sin duda será mucho más hermoso y gratificante cuando hay amor y deseos de complacerse mutuamente.

 

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Lo que debes saber sobre la presión arterial – nuevos lineamientos


Nuevos lineamientos sobre la presión arterial normal y la hipertensión

Sin descanso, segundo a segundo, el corazón bombea la sangre que circula por el cuerpo. Impulsada por el corazón, la sangre ejerce presión sobre las paredes de las arterias.  La medida de esa fuerza es lo que se conoce como tensión o presión arterial. Lo ideal es mantenerla dentro de los límites normales con un estilo de vida saludable, porque cuando se excede por encima de esos límites (hipertensión), o por debajo (hipotensión), puede tener consecuencias negativas para tu salud y tu calidad de vida. Aquí encontrarás un pequeño resumen sobre la presión arterial, los nuevos lineamientos sobre los parámetros normales y anormales y los síntomas que indican que anda fuera de control.

Cada vez que vas al médico, habrás notado que invariablemente te pesan, toman tu temperatura y tu presión arterial. Y lo mismo hacen con todos los que van a la consulta.  Eso te da una idea de lo importante que es este dato para evaluar la salud del paciente, cualquiera que sea su edad. La presión o tensión arterial, es la fuerza que la sangre ejerce contra las paredes de las arterias cuando el corazón la bombea. Para medirla, el doctor o la enfermera usan un aparato que se llama esfigmomanómetro o tensiómetro, una especie de manguito que se coloca en el antebrazo cuando estás relajado.  A través de ese aparato, se hace la lectura o se toma de la presión.  Esta cuenta con dos números:

  • El número más alto, o superior, representa la presión de la sangre en las arterias cuando el corazón la bombea (cuando el músculo del corazón se contrae) y es lo que se conoce como presión sistólica.
  • El número más bajo, o inferior, mide la presión en las arterias entre un latido y otro, o sea, cuando el músculo del corazón se encuentra en reposo.  Esta es la presión diastólica.

La presión arterial: cómo se interpretan los números

La presión arterial o tensión sanguínea se mide en milímetros de mercurio (mm Hg) con el número que identifica la presión sistólica arriba y el de la presión diastólica abajo (por ejemplo, 120/80 mm Hg). Se considera que la presión está dentro de los niveles normales cuando la cifra de la presión sistólica es menos de 120 mm Hg y la presión diastólica es menos de 80 mm Hg.

La siguiente tabla enseña los nuevos lineamientos (noviembre del 2017) sobre la presión arterial normal en el adulto según las especificaciones de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) y la Academia Americana de Cardiología (American College of Cardiology). También enseña los números que indican un mayor riesgo de tener problemas de salud.

Valores de la presión arterial en los adultos (en mm Hg o milímetros de mercurio)

Categoría

Sistólica
(número de arriba)

 

Diastólica
(número de abajo)

Normal

Menos de 120

y

Menos de 80

Pre hipertensión o presión elevada

Entre 120 y 129

y

Menos de 80

Presión arterial alta
    Fase 1

Entre 130 y 139

o

Entre 80 y 89

    Fase 2

140 o más

o

90 o más

Si la presión sistólica está arriba de los 180 y/o la presión diastólica está arriba de los 120, se considera una crisis hipertensiva y hay que ver al médico inmediatamente.

Debes tener en cuenta que la presión arterial, aunque sea normal, no es igual a todas horas. Disminuye cuando duermes y aumenta cuando te despiertas (por eso es frecuente que los ataques cardíacos se presenten en la mañana, por ejemplo).  Durante el día puede aumentar con el ejercicio, o cuando te sientes ansioso o nervioso.

Por esa razón, para tener una lectura confiable, debes relajarte durante unos minutos antes de tomarla. Tampoco te debes tomar la presión cuando te sientas con estrés, si has consumido cafeína o fumado en la última media hora, o has hecho ejercicio recientemente. O, al menos sabrás que durante esos periodos tu tensión arterial estará más elevada.

Con la edad, la presión sistólica tiende a ir en aumento, mientras que después de los 60 años, la presión diastólica por lo general comienza a bajar, debido a que los vasos sanguíneos se endurecen.

Un aviso: la pre hipertensión o presión elevada

Si tus lecturas de la presión arterial son de 120/80 o superiores pero por debajo de 130/80, tienes pre hipertensión. Esto significa que tienes muchas posibilidades de padecer hipertensión o presión alta. En ese caso, debes realizar todos los cambios posibles en tu estilo de vida para evitar llegar a la siguiente etapa: la hipertensión.

Hipertensión o presión arterial alta

La presión alta puede dañar muchos órganos, como el cerebro, los ojos, el corazón y los riñones, además de las arterias de todo el cuerpo. Si tienes hipertensión sin diagnosticar o no la tratas adecuadamente, tienes más riesgos de tener un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o sufrir insuficiencia renal.

¿Quiénes tienen hipertensión? Como viste en la tabla anterior, las personas con valores de presión sistólica entre 130 y 139 y/o presión diastólica entre 80 y 89 tienen lo que se denomina hipertensión de etapa 1. Cuando la presión sistólica está por encima de 140 y/o la presión diastólica por arriba de 90, se trata de hipertensión de etapa 2. ¿Cómo puedes saber si sufres de hipertensión? Es difícil a menos que te hagas chequeos regulares, ya que en general, la presión sanguínea elevada o presión arterial alta no causa síntomas, por eso muchos la llaman el “asesino silencioso”. Cuando los síntomas aparecen, podrías sentir:

  • Dolores de cabeza.
  • Mareos.
  • Cansancio.
  • Zumbido en los oídos.

Si al medir tu presión, los números son elevados en varias tomas, debes acudir al médico cuanto antes. Si la hipertensión se detecta en el consultorio, quizás durante una visita por otro motivo de salud, el médico te indicará otros exámenes para determinar si la presión alta ha dañado algún órgano (ojos, corazón, riñones, por ejemplo).  Si los exámenes demuestran que no has tenido hipertensión durante mucho tiempo, el médico te pedirá que regreses al consultorio en dos ocasiones más como mínimo para medir la presión antes de diagnosticarte hipertensión, ya que cualquiera puede tener una lectura alta y aislada.

¿Y si te diagnostican hipertensión? Es imprescindible comenzar cuanto antes un plan para controlarla. Este por lo general incluye cambios en el estilo de vida (dieta, ejercicios), pero muchas personas necesitan además, tomar medicamentos para un control más eficaz.

Los medicamentos antihipertensivos incluyen diuréticos, beta bloqueadores, inhibidores de la  ECA, bloqueadores receptores de la angiotensina, bloqueadores de los canales de calcio y bloqueadores alfa. Si por casualidad tienes diabetes, enfermedad en los riñones o del corazón, el tratamiento con medicamentos es más intenso y agresivo para evitar complicaciones más serias.

Recuerda que es importante:

  • Comenzar el tratamiento de la hipertensión lo antes posible para prevenir daño a órganos importantes.
  • En personas con diabetes, la presión arterial se debe mantener por debajo de los 130/85.
  • Las personas con insuficiencia renal y/o enfermedad cardíaca, la presión arterial debe mantenerse controlada al nivel más bajo posible. 

Hipotensión o presión arterial baja

En muchas ocasiones la presión arterial baja se puede deber a que estés deshidratado y puede no ser un asunto serio. En otros casos, podrías tener síntomas que no pasan desapercibidos y necesitas tomar acción. De hecho, cuando la hipotensión es severa, puede hacer que el oxígeno y los nutrientes que lleva la sangre no lleguen a los órganos vitales y muy peligrosa.

La presión arterial baja, además, puede ser una señal de otras condiciones de salud más preocupantes, como enfermedades del corazón, problemas endócrinos o desórdenes neurológicos, en especial en adultos mayores. Y es importante establecer si hay un problema y tratarlo. A veces puede ser el efecto de una medicina.

Los síntomas más comunes de la hipotensión son:

  • Mareos.
  • Desmayos.
  • Visión borrosa.
  • Respiración rápida.
  • Dificultad para concentrarse.
  • Sed.

Si no tienes síntomas, la presión arterial baja no es un problema. Pero si tienes alguna señal de alerta, debes llamar al médico o buscar ayuda rápidamente para poder tomar medidas al respecto. El tratamiento para la presión arterial baja dependerá de las causas.

A veces, si la historia clínica no establece la causa, es necesario hacer una serie de estudios. Electrocardiograma, análisis de sangre, ecocardiograma, prueba de esfuerzo, la maniobra de Valsalva, la prueba de la mesa inclinada, entre otros.

Por ejemplo, el médico podría recomendarte lo siguiente:

  • Tomar mucha agua y limitar el alcohol para evitar la deshidratación.
  • Llevar una dieta sana (si te pide que aumentes el consumo de sodio o sal, hazlo con precaución).
  • Usar medias elásticas.
  • Comer pequeñas comidas que contengan carbohidratos varias veces al día.
  • Evitar cambios de posición rápidos.
  • En ciertos casos, es necesario recetar medicamentos como la fludrocortisona.

El llevar un estilo de vida sano podría ayudarte a mantener tu presión bajo control. Por ejemplo:

  • Haz ejercicios aeróbicos de manera regular.
  • Limita tu consumo de sal y bebidas alcohólicas.
  • Lleva una dieta rica en frutas y verduras y baja en grasas saturadas.
  • No fumes.
  • Mantén un peso sano.

Estos son algunos datos generales acerca de la presión, alta y la presión baja. Si tienes dudas al respecto o alguna señal de alerta, pide asesoramiento profesional para que un especialista pueda indicarte el tratamiento adecuado en tu caso particular.

 

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Cáncer cerebral: ¿qué es el cáncer en el cerebro y cómo se identifica?


Tú mismo(a) conoces tu cuerpo y sabes cuando algo te molesta, sólo que muchas veces puedes quitarle importancia a los dolores cuando en realidad surgen para llamarte la atención. El dolor de cabeza, por ejemplo, puede indicar la presencia de un tumor en el cerebro. Para que puedas reconocer sus síntomas y actuar con rapidez, aquí te contamos de qué se trata el cáncer cerebral y cuándo es necesario buscar ayuda profesional.

El cáncer. La sola mención de esta palabra en la consulta puede dejarte helado(a), angustiado(a) y preocupado(a). El cáncer quizás sea uno de los problemas de salud que más temores genera. Se produce cuando crecen células anormales malignas, que pueden formarse en cualquier parte del cuerpo, incluyendo el cerebro. En este último caso se habla de cáncer cerebral o cáncer del cerebro.

Los tumores en el cerebro

Por otro lado, ten en cuenta que se puede hablar de un tumor cerebral o un tumor en el cerebro en general, y esta denominación puede corresponder a una condición en la cual se forman células que no son malignas o cancerosas. O sea, hay tumores cerebrales benignos, que si bien no se diseminan a otras partes del cuerpo como el cáncer, por el tipo de células, en algunos casos, también pueden provocar problemas en el cerebro porque por su crecimiento pueden presionar los tejidos a su alrededor. Generalmente no se vuelven malignos, aunque ocasionalmente puede suceder, pero es necesario detectarlos y que estén bajo supervisión médica.

El cerebro es el órgano más importante del cuerpo, ya que no sólo controla los cinco sentidos (gusto, tacto, olfato, vista y oído), sino también la capacidad de hablar y moverse. Está protegido por el cráneo y una membrana especial llamada duramadre, y está compuesto por diferentes tipos de células, como las neuronas, que son las que nos permiten pensar y desarrollar cualquier actividad cerebral, y las llamadas células gliares, que ayudan a cuidar a las neuronas.

Los tumores cerebrales (benignos, que no contienen células cancerosas, o malignos, que es el cáncer cerebral) puede ser de distintos tipos, obtienen su nombre de acuerdo al tipo de células de donde provienen o a la parte del cerebro de donde empezaron, por ejemplo: glioma (empezó en las células gliares), meningioma (empieza en las meninges), y meduloblastoma (empieza en el cerebelo, también se le llama tumor primitivo neuroectodermal). La lista es muy larga. Estos son sólo unos cuántos ejemplos.

Cuando el cáncer cerebral comienza en el cerebro mismo, se denomina cáncer cerebral primario. Cuando el cáncer comienza en otra parte del cuerpo y después pasa al cerebro se dice que es un cáncer cerebral metastásico. En ambos casos las células crecen rápidamente y se esparcen por toda la cabeza (y generalmente se quedan allí, no pasan del cerebro a otras partes del cuerpo).

Por el momento, no se conocen las causas que pueden causar el cáncer en el cerebro. Se cree que puede haber varios factores ligados a la enfermedad y se sabe que recibir radiación en el cerebro, que ciertas condiciones hereditarias y tener infecciones por VIH (SIDA) aumentan la posibilidad de desarrollar cáncer cerebral.

Síntomas del cáncer cerebral

En cuanto a los síntomas, el cáncer del cerebro puede causar una variedad de ellos, entre los más frecuentes están:

  • Dolor de cabeza en las mañanas o dolor de cabeza que desaparece después de vomitar, o cambio en el patrón de los dolores de cabeza.
  • Náusea y vómitos frecuentes.
  • Cambios en la capacidad para hablar, para escuchar o con la vista.
  • Problemas de equilibrio o al caminar.
  • Debilidad en un lado del cuerpo.
  • Problemas con el pensamiento o la memoria y para entender.
  • Espasmos musculares y debilidad en algunas partes del cuerpo.
  • Entumecimiento (hormigueo) o debilidad en los brazos o en las piernas.
  • Somnolencia que no es habitual.
  • Cambios en la personalidad o en el comportamiento.
  • Convulsiones.

Si tienes estos síntomas, es importante que consultes a un médico lo antes posible para que se establezca el diagnóstico. Si se sospecha un tumor o un cáncer cerebral será necesario que te hagan algunos exámenes incluyendo radiografías que pueden ser una tomografía computarizada (CAT-Scans) y/o un estudio de resonancia magnética (MRI), entre otros. En algunos casos es necesario hacer una biopsia.

Tratamiento del cáncer cerebral

Con respecto al tratamiento de estos tumores, en algunos casos se recomienda hacer una operación para extirparlos (sacarlos). Esto depende del lugar en donde se encuentra el tumor, de su tamaño y de otros factores. A veces, aunque lo ideal sería sacar el tumor, esto no es posible debido a que la zona del cerebro en la que se encuentra hace que la cirugía sea muy riesgosa o imposible. En otras ocasiones, el médico puede indicar que el tratamiento con radiación y/o quimioterapia para el tratamiento podría ser más indicado, o podría recomendar una combinación de ambos.

El tratamiento y el pronóstico dependerán del tipo de cáncer cerebral y del estado de salud general de cada persona. Los nuevos avances científicos en la medicina han mejorado las posibilidades de eliminar estos tumores y permiten que quienes padecen de cáncer del cerebro puedan recuperarse. Desde luego siempre es importante preguntar acerca de todas las opciones en cuanto al tratamiento y, si tienes dudas, que pidas una segunda opinión para tomar tu decisión en cuanto a qué tratamiento seguir.

 

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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Anemia: los síntomas de la anemia y cómo prevenirla


Muchas personas se asustan y creen estar anémicas tan pronto y se sienten un poco cansadas. Otras en cambio no le dan importancia aunque les cueste mucho hacer sus actividades cotidianas con normalidad. Ni un extremo ni el otro. Descubre qué es la anemia, cuáles son sus síntomas y cómo puedes evitarla.

Desde la primera consulta, Delia llegó preocupada creyendo que estaba anémica, ya que siempre se sentía cansada. Después de que el primer médico que la vio le hizo los análisis necesarios y le descartó esa posibilidad, ella todavía no estaba convencida. Es cierto que el cansancio puede ser un signo de que tienes anemia, pero también puede ser señal de muchas otras enfermedades o, simplemente, de que necesitas dormir más y llevar una mejor calidad de vida.

Para despejar sus dudas, le expliqué entonces qué era la anemia, cuáles son los síntomas que la puede provocar, cómo prevenirla y por qué en su caso podía quedarse tranquila. Sigue leyendo y descubre tú también cuáles son los síntomas de la anemia y cómo se diagnostica, para poder actuar en caso de que lo necesites.

¿Qué es la anemia?

La anemia se produce porque la sangre no tiene suficientes glóbulos rojos (que contienen a la hemoglobina) para transportar el oxígeno al resto del organismo. Tu cuerpo produce tres tipos de células sanguíneas: los glóbulos blancos (que se ocupan de combatir infecciones), las plaquetas sanguíneas (que ayudan en la coagulación) y los glóbulos rojos, que se ocupan de llevar el oxígeno a todas partes del cuerpo.

Los glóbulos rojos se valen de la hemoglobina, una proteína rica en hierro que le da a la sangre el color rojo que la caracteriza, y además de permitirle a la sangre llevar el oxigeno desde los pulmones hacia otros lugares, también la ayuda a recolectar el dióxido de carbono de otras partes del cuerpo para llevarlo a los pulmones, desde donde lo exhalada para eliminarlo del cuerpo.

Si los glóbulos rojos (y la hemoglobina) son escasos (están por debajo de lo normal), el oxígeno no puede llegar a todas partes del cuerpo. Se produce así la anemia que, si no se controla, puede ir provocando problemas más o menos serios de salud, ya que se pueden dañar otros órganos y el corazón deberá trabajar con mayor esfuerzo, lo que también puede provocar fallas cardíacas.

Los tipos de anemia

Hay varios tipos de anemia que tienen causas y características específicas:

  • Anemia por deficiencia de hierro (cuando el hierro está bajo), una de las más comunes.
  • Anemia aplástica (a veces causada por exposición al benceno o a ciertas toxinas; a infecciones, a algunas medicinas)
  • Anemia por hemorragia (pérdida de sangre)
  • Anemia por deficiencia de vitamina B12 (anemia perniciosa) o anemia por deficiencia de ácido fólico o folato (anemia megaloblástica).
  • Anemia asociada con ciertas enfermedades crónicas (como artritis reumatoide, VIH/SIDA, falla renal, etc.)
  • Anemias hemolíticas en las cuales se destruyen los glóbulos rojos (pueden ser heredadas o se pueden desarrollar por infecciones, por ejemplo)
  • Anemia asociada a enfermedad de la médula ósea (como: enfermedad mieloproliferativa, mieloma múltiple, leucemia, linfoma, etc.
  • Anemia de células falciformes (drepanocítica), entre otras.
  • Otras anemias menos comunes como la talasemia y otras debido a hemoglobinas defectuosas.

Lo importante es que entiendas que la anemia puede producirse por diferentes motivos:

  • Porque la persona pierde mucha sangre. Por ejemplo, por algún accidente, por un sangrado interno, por alguna cirugía o por cáncer.
  • Porque el cuerpo no produce suficientes glóbulos rojos. Esto puede ocurrir porque la persona lo hereda o por otros factores, como llevar una mala alimentación, porque tiene concentraciones anormales de ciertas hormonas o cierto tipo de enfermedad crónica. Frecuentemente, las mujeres embarazadas están anémicas porque aumenta el volumen de líquido en su cuerpo y hay cambios hormonales.
  • Porque los glóbulos rojos se destruyen más rápido de lo que tardan en volver a formarse. Esto también puede ocurrir por herencia o por una enfermedad en el bazo, un órgano que remueve del cuerpo a los glóbulos rojos viejos y que, si no funciona bien o si está agrandado, remueve más glóbulos rojos de los que debiera.

Síntomas

A veces, los síntomas de la anemia son leves y puedes no darte cuenta. Los principales son el cansancio y la fatiga. Pero también podrías sentir:

  • palidez
  • frío en las manos y los pies,
  • dolores de cabeza
  • mareos
  • irritabilidad
  • palpitaciones, latidos del corazón rápidos y/o irregulares
  • falta de aire
  • dolor en el pecho
  • dificultad para concentrarte

De todos modos, es posible que tengas algunas de estos síntomas sin que sea anemia, pues muchas de ellos son comunes, como los dolores de cabeza leves o el tener las manos frías. Asimismo, todos pueden indicar otras enfermedades.

Por eso, antes de que te asustes, si notas que los síntomas no desaparecen o si tienes dudas con respecto a tu estado de salud, no tardes en pedir una cita con tu médico para que pueda hacerte los estudios necesarios para dejarte tranquilo(a). En general, para detectar la presencia de anemia, el médico te hará un chequeo físico completo y pedirá un análisis de sangre. El diagnóstico de anemia se establece con una biometría hemática (en inglés se llama CBC) que permite la cuenta de los glóbulos rojos, la hemoglobina y el hematocrito.

Factores de riesgo

Ten en cuenta que hay personas que tienen más riesgos que otras de desarrollar anemia. ¿Quiénes son?

  • Las mujeres en edad de la reproducción, ya que pierden sangre durante la menstruación. Sin embargo, la anemia puede presentarse tanto en los hombres como en las mujeres, y a cualquier edad.
  • Las mujeres embarazadas, que pueden tener poco hierro y ácido fólico (folato). Además, durante los primeros seis meses del embarazo, el plasma, que es la parte líquida de la sangre, aumenta con más rapidez que los glóbulos rojos y puede provocar anemia.
  • Los bebés que nacen antes de tiempo (bebés prematuros), durante el primer año de vida, y los niños entre 1 y 2 años que no reciben suficiente hierro en la alimentación.
  • Los adultos de edad avanzada.
  • Las personas que tienen antecedentes familiares de anemia, como la anemia de células falciformes o las talasemias.
  • Los que pierden mucha sangre por una cirugía, un accidente o una lesión.
  • Quienes sufren infecciones prolongadas o tienen enfermedades crónicas o graves, como enfermedad renal, cáncer, diabetes, artritis reumatoide, infección por el VIH, SIDA, enfermedades inflamatorias en el intestino, enfermedad en el hígado, insuficiencia cardíaca y enfermedades de la tiroides.
  • Quienes llevan una dieta baja en hierro, vitaminas o minerales, para producir glóbulos rojos. El cuerpo necesita hierro, vitamina B-12, ácido fólico y otros nutrientes que obtiene de los alimentos que consumes. (La deficiencia de vitamina B-12 es común en los vegetarianos que no comen productos lácteos, ni huevos).

Prevención

Algunos tipos de anemia se pueden evitar si llevas una alimentación sana. Por ejemplo, para que no te falte hierro puedes comer carnes rojas, vegetales de hojas verdes, frutas secas y nueces. La vitamina B-12 la puedes obtener de los lácteos y de la carne, entre otros alimentos. Y al ácido fólico lo encuentras en jugos de frutas cítricas como el limón y la naranja, en los vegetales de hojas verdes, las legumbres y los cereales fortificados.

En general, una dieta saludable es suficiente para obtener todos estos nutrientes, aunque a veces tu médico podría indicarte que tomes hierro, por ejemplo, si tu periodo es muy abundante (pero no los tomes sin su aprobación o sin antes consultarlo con un especialista). También puedes evitar la anemia si se combate su causa. Es el caso de las anemias causadas por otras enfermedades, como las que mencionamos anteriormente.

Por su puesto, si la anemia es de tipo hereditario no es posible prevenirla, pero en la mayoría de los casos las anemias pueden ser tratadas y controladas. Si tienes síntomas, consulta a tu médico y si hay dudas con respecto a la causa de a anemia, el especialista es el hematólogo. Sólo estableciendo la causa se puede establecer el tratamiento adecuado. Una vez que se trata la anemia podrás recuperar las energías, mejorar tu calidad de vida y evitar complicaciones.

 

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Entérate sobre las infecciones vaginales ANTES de ir a la farmacia


Si sientes picazón, ardor o tienes un flujo vaginal molesto, no vayas corriendo a la farmacia a comprar cualquier producto de venta libre. Las infecciones vaginales tienen diferentes causas y requieren diferentes tratamientos. Entérate de qué se tratan antes de que la cura te salga peor que la enfermedad.

No te confundas con los nombres de las infecciones vaginales

Cuando quieres aprender acerca de las infecciones vaginales por primera vez, es común que te confundas con tantos nombres como vaginitis, vaginosis, candidiasis. Aclaremos…

Para comenzar necesitas comprender porqué generalmente cuando se habla de infecciones vaginales, se habla de vaginitis. ¿Son lo mismo? La palabra vaginitis quiere decir que tu vagina está inflamada por alguna causa. En algunos casos, se puede deber a una infección. Y en otros casos se puede deber a una irritación provocada por los químicos que se encuentran en ciertas cremas, lociones, jabones, espermicidas, duchas vaginales, o incluso a causa de la ropa que cubre tus partes íntimas.

El resto de los nombres que puedes encontrar se refieren a los diferentes tipos de infecciones vaginales que existen.

¿Hay diferentes tipos de infecciones vaginales?

¡Sí! Y es muy importante que lo tengas en cuenta, pues son la clave para curarte. Las infecciones vaginales pueden deberse a diferentes causas y los tipos de infecciones más comunes son:

  • Candidiasis: Infección causada por un hongo o levadura llamada candida albicans. Es la más conocida, pero no la más frecuente.
  • Vaginosis bacteriana: Infección causada por una bacteria. Es la más común entre las mujeres
  • Vaginitis viral: Algunas infecciones virales son adquiridas través de las relaciones sexuales, como el herpes o el Virus del Papiloma Humano (VPH)
  • Tricomoniasis: Infección causada por un pequeño organismo microscópico transmitido sexualmente que se cura con antibióticos.
  • Clamidia: Otra infección de transmisión sexual causada por una bacteria.

¿Cómo puedes saber qué tipo de infección tienes?

Es muy difícil identificar por ti misma qué tipo de infección tienes en la vagina. Esto se debe básicamente a que no siempre se tienen síntomas o, si los hay, son muy parecidos entre sí. Por ejemplo, casi en todas las infecciones vaginales puede haber uno o más de los siguientes síntomas:

  • Inflamación y/o enrojecimiento
  • Picazón
  • Ardor y dolor al orinar
  • Molestias o dolor al tener relaciones sexuales
  • Flujo vaginal de olor y/o color diferente al normal, generalmente fuerte y a veces desagradable

Por eso lo mejor que puedes hacer es visitar a tu médico para que pueda examinarte y tomar muestras de tu flujo, y así pueda determinar con exactitud lo que está causando la infección.

Trátala bien

El éxito del tratamiento de una infección vaginal se basa en identificar exactamente qué tipo de infección es. Efectivamente, eso quiere decir que los productos de venta libre que encuentras en las farmacias no sirven para todos los tipos de infecciones. Por ejemplo, la candidiasis frecuentemente puede solucionarse con cremas y supositorios que encuentras en las farmacias, pero la vaginosis bacteriana debe tratarse con medicamentos que te receta tu médico. Muchas vaginitis requieren tratamiento de la pareja y si no se tratan a tiempo pueden causar complicaciones incluyendo esterilidad.

Muchas mujeres desconocen lo que pasa en su vagina hasta que se encuentran con síntomas preocupantes como los de las infecciones. Esta puede ser una oportunidad para que aprendas acerca de tu vagina y cómo cuidarla para evitar que vuelvas a tener estos problemas.

 

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Distinguir entre el reflujo biliar y el reflujo ácido puede ser difícil


ESTIMADA MAYO CLINIC: ¿Cuál es la diferencia entre el reflujo biliar y el reflujo ácido?

RESPUESTA del Dr. Jeffrey Alexander, Gastroenterología, Mayo Clinic de Rochester en Minnesota, Estados Unidos:

El reflujo biliar se refiere al líquido proveniente del intestino delgado que fluye hacia el estómago y esófago.  El reflujo ácido, en cambio, ocurre cuando el ácido estomacal refluye al esófago. Ambas afecciones normalmente están vinculadas y, a veces, puede ser difícil diferenciarlas.

La bilis es un jugo digestivo que se produce en el hígado. Su función principal es ayudar al organismo a digerir grasas y extraer ciertas toxinas.  La bilis fluye desde el hígado por el conducto biliar hasta la parte superior del intestino delgado (duodeno), ubicada justo debajo del estómago. Normalmente, la bilis no puede ingresar al estómago debido a una válvula unidireccional que existe entre el estómago y el intestino delgado, llamada píloro, que se abre para permitir que la comida pase desde el fondo del estómago hacia el intestino. El píloro evita que los contenidos del intestino delgado, entre ellos la bilis, regresen al estómago.

Cuando el píloro se daña o no funciona correctamente, la bilis y otros jugos digestivos del intestino pueden entrar al estómago y ocasionar irritación e inflamación.

Entre la gente con alto riesgo para el reflujo biliar están quienes se sometieron en algún momento a una cirugía que involucraba al píloro o que afectaba los nervios estomacales que desempeñan un papel en el funcionamiento del píloro.

Existe otra válvula que separa al esófago del estómago y se llama esfínter esofágico inferior. En condiciones normales, esa válvula se abre sólo para permitir que los alimentos ingresen al estómago y luego se cierra herméticamente. Cuando la válvula se relaja anormalmente o se debilita, el ácido estomacal puede regresar al esófago y eso se conoce como reflujo ácido.

En los casos en que ni el píloro ni el esfínter esofágico inferior funcionan adecuadamente, la bilis y el ácido estomacal, junto con otros jugos digestivos del intestino delgado, pueden entrar al esófago desde el estómago. Esa afección se conoce como reflujo biliar, aunque los jugos que entran al esófago no contengan solamente bilis.

Los síntomas y señales del reflujo biliar y del ácido son similares, razón por la que es difícil distinguir entre ellos. El síntoma principal de ambos es la acidez frecuente, que consiste en una sensación de ardor en el pecho o garganta que se presenta acompañada por un sabor amargo en la boca. En algunos casos, el reflujo biliar también puede provocar dolor en la parte superior del abdomen como resultado de la irritación del estómago causada por la bilis.

El tratamiento de ambos tipos de reflujo normalmente empieza con un fármaco que bloquea el ácido y que, por lo general, pertenece a un tipo de medicamentos conocidos como inhibidores de la bomba de protones. Estos medicamentos disminuyen la producción de ácido estomacal, reduciendo así la cantidad de líquido irritante que fluye hacia el esófago. Eso disminuye significativamente el daño al esófago y, por lo general, reduce los síntomas del reflujo biliar y del ácido.

En muchas personas, un fármaco para bloquear el ácido es todo lo que se necesita para controlar eficazmente el reflujo biliar y ácido, pero hay que tomarlos con precaución.  Además, cuando los síntomas persisten pese al inhibidor de la bomba de protones, entonces lo recomendable sería la cirugía para crear una nueva válvula en la parte superior del estómago que evite el reflujo hacia el esófago.

Si usted tiene síntomas de reflujo, acuda al médico.  Si no se trata este problema, con el transcurso del tiempo, las consecuencia podría ser el sufrir daños graves en el esófago.  Además, el reflujo biliar prolongado puede ocasionar irritación estomacal (gastritis) que, en algunos casos, podría derivar en úlceras y sangrados.  Cuando se trata oportunamente el reflujo, por lo general, el riesgo de complicaciones graves disminuye bastante.

Te podría interesar nuestro artículo sobre la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico o ERGE. Haz clic aquí para leerlo.

 

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martes, 28 de noviembre de 2017

Vista borrosa: puede ser el síndrome visual informático (por computadora)


Sin lugar a dudas, la tecnología nos brinda posibilidades brillantes de eficiencia y comunicación que no habíamos visto previamente. Pero para muchos, el mantener los ojos fijos en la pantalla de la computadora (ordenador), del teléfono celular (móvil) y de otros aparatos digitales, puede hacer que todo se vea ¡muy borroso! En este artículo te damos tips para proteger tu vista en un mundo cada vez más digitalizado.

Al final del día tienes los ojos resecos, enrojecidos y hasta te han salido arrugas en el entrecejo.  La causa puede ser que te has vuelto adicto(a) a tus aparatos digitales. Se trata de un problema que algunos expertos en el cuidado de la vista denominan síndrome visual informático o SVI (también conocido come síndrome de la visión por computadora o por ordenador) y que puede llegar a afectar la vista de hasta al 90% de las personas que pasan de dos o más horas seguidas al día “pegadas” a la pantalla, ya sea de la computadora, de una pantalla de lectura electrónica (e-book), de un teléfono inteligente o de una tableta.  Los síntomas pueden incluir visión borrosa, dolores de cabeza, resequedad de los ojos y hasta miopía a largo plazo. Si trabajas frente a una pantalla, o pasas horas en la computadora, no esperes a que aparezcan los síntomas. Empieza a prevenir el problema a partir de hoy.

¿Por qué sucede cuando usas la computadora, si normalmente tu vista es buena?

Nuestros ojos están diseñados para ver objetos de forma tridimensional, es decir, con profundidad. De manera que si enfocamos la vista en una pantalla en la que las imágenes se proyectan solamente en dos dimensiones (sin profundidad), los ojos tienen que hacer un esfuerzo adicional para enfocar la visión.  Además, el punto natural de enfoque de los ojos se sitúa aproximadamente a unos 20 pies (6 metros) frente al rostro (de ahí que la visión normal se considere 20/20, es decir que la persona pueda enfocar correctamente un objeto a una distancia de 20 pies). Sin embargo, la mayoría de las personas se sientan a menos de 2 pies (60 cm) de distancia de la pantalla de la computadora, lo que fuerza al anillo de los músculos en el ojo a contraerse continuamente para reajustar el enfoque.

Para que entiendas mejor cómo sucede el enfoque de los objetos, repasemos brevemente el proceso visual, o cómo funciona el ojo: la córnea, que es la superficie transparente al frente del ojo, permite que pase la luz proveniente del objeto que se mira. La luz atraviesa el iris (que funciona como una especie de diafragma) y llega al cristalino (que actúa como una lente). El cristalino tiene la función de ajustar el enfoque de los objetos en la retina. Para realizar este ajuste intervienen los músculos ciliares, situados arriba y debajo del cristalino. Para enfocar un objeto que está cerca, o sea, para que la imagen se forme en la retina, los músculos ciliares se contraen y el grosor del cristalino aumenta, acortando la distancia del enfoque.  Si el objeto está lejos, los músculos se relajan y la lente se adelgaza. Este proceso de ajuste sucede continuamente y se llama acomodación o adaptación.

Imagínate entonces, que si fijas la vista en cualquier tipo de pantalla digital durante horas, los músculos ciliares del ojo, en el proceso de adaptación constante, están sometidos a tal presión que no pueden relajarse, ni siquiera cuando desvías la vista. El resultado es la visión borrosa, uno de los principales síntomas del SVI. Esta desaparece en unos segundos, pero si la presión en los músculos del ojo se sigue repitiendo, seguirás viendo borroso, sentirás los ojos muy cansados y hasta puedes padecer de dolores de cabeza.

Otro molesto síntoma es la resequedad de los ojos, que puede parecer menos serio que la visión borrosa, pero cuidado: el ojo produce lágrimas para librarse de objetos extraños e impurezas, por lo que la resequedad puede aumentar el riesgo de desarrollar infecciones. La mayoría de las personas parpadea un promedio de 18 veces cada minuto, precisamente para “limpiar” el ojo y mantenerlo lubricado. Pero los estudios demuestran que frente a una computadora o a un dispositivo digital se parpadea mucho menos (unas 6 veces por minuto). El resultado son los ojos irritados y secos.

¿Qué puedes hacer para evitar la vista borrosa y los demás síntomas al usar la computadora?

Claro que la solución no es deshacernos de la tecnología, sino reajustar la forma en que la usamos. Te recomiendo lo siguiente:

  • Comienza a aplicar la regla “20-20-20”: esto significa que cada 20 minutos aproximadamente, debes retirar la vista de la pantalla y durante 20 segundos enfocarla en un punto fijo a unos 20 pies de distancia.  Como cualquier ejercicio, funciona mejor si lo practicas con regularidad. Pero por poco que lo hagas, siempre notarás alivio, especialmente al final de un largo día de trabajo.
  • Adapta tu posición: trata de sentarte a unos 2 pies (24 pulgadas) de distancia del monitor.
  • Adapta también la posición de la pantalla: idealmente los ojos deben quedar a nivel del borde superior del monitor, de forma que tengan que mirar ligeramente hacia abajo (ayuda a mantener los ojos más hidratados porque los párpados están un poco más cerrados y no hay tanta evaporación de las lágrimas).
  • Mantén el área de trabajo bien iluminada e inclina la pantalla hacia abajo para reducir el resplandor. ¿Cómo puedes saber si el resplandor es excesivo? Si tienes que cubrir la pantalla del celular o del libro electrónico para poder leer el mensaje o el texto, el resplandor es excesivo. Gradúa las cortinas de la habitación, ajusta el nivel del brillo de la pantalla o invierte en un protector anti resplandor para la pantalla (no son muy costosos).
  • Aún cuando no tengas problemas con la visión, considera adquirir un par de gafas para la computadora que te ayudarán con tu vista a medio rango. Si necesitas gafas o lentes para ver de cerca o de lejos, asegúrate que el nivel de aumento sea el adecuado para reducir el esfuerzo adicional de los ojos y por consiguiente, los síntomas del SVI.
  • Cada vez que puedas, parpadea. Cuando te sientes frente a una pantalla durante un par de horas (y muchas personas de todas las edades lo hacen prácticamente a diario),  toma un pequeño receso y parpadea lentamente.  Utiliza lágrimas artificiales para lubricar los ojos en caso necesario.

Existen otros factores que agravan los síntomas del SVI.  Entre éstos se encuentran:

  • La falta de sueño: sentirás los ojos irritados si duermes menos de las horas necesarias, y la continua irritación puede acarrear inflamación e infección, especialmente si usas lentes de contacto.  Si tienes que trabajar frente a una pantalla todo el día, toma recesos regulares y hasta una siestecita, si fuera posible. Si sientes los ojos muy cansados, aplica un paño humedecido en agua tibia sobre los párpados cerrados. Presta atención a las señales de tu cuerpo: los ojos cansados e irritados te indican a gritos que es hora de descansar o dormir.
  • Usar lentes de contacto incorrectamente: es imprescindible que los uses como te ha indicado el oculista (oftalmólogo u optometrista) y que los mantengas bien limpios, especialmente si usas computadoras y/o aparatos (o dispositivos) digitales a menudo.  Para darles un respiro a los ojos, usa gafas o espejuelos de vez en cuando.  Evita dormir con los lentes, aunque sean del tipo “extended wear” (para uso prolongado).

Usa los avances de la tecnología para tu beneficio, pero nunca en perjuicio de algo tan importante como tu vista. Ya ves que tomando unas simples medidas, los molestos síntomas del síndrome visual informático pueden aliviarse.  ¡Ponlas en práctica hoy mismo!

 

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El absceso dental: ¡hay que atenderlo rápidamente!


¿Tienes un dolor de muelas muy intenso, y notas inflamación o enrojecimiento en la boca o la cara? Aunque puedes aplicar algunos remedios caseros básicos para aliviar momentáneamente el dolor, es urgente que consultes a un dentista. Esos malestares pueden ser síntomas de un absceso dental, y si no le pones remedio rápidamente, se puede convertir en un problema de salud serio.

Las punzadas en la boca no te dejan dormir, tienes las encías rojas e inflamadas y hasta te sientes con fiebre. Por los síntomas, se podría tratar de un absceso dental, una condición dolorosa que debe ser atendida por el dentista lo antes posible. Esta vez, el tratamiento llevará su tiempo, pero con la experiencia aprenderás que lo mejor es evitarlo con una higiene bucal correcta. Aquí te explicamos en qué consiste.

El absceso dental es una infección dolorosa que empieza en la raíz de un diente o entre la encía y los dientes, y se puede extender a la boca, la cara, la mandíbula o la garganta. La causa más común de estos abscesos es el crecimiento de la bacteria en una caries mal atendida, que puede pasar a los tejidos blandos y a los huesos de la cara y el cuello. También puede deberse a trauma en los dientes o a gingivitis o enfermedad de las encías.

Un diente infectado que no ha recibido el cuidado apropiado puede causar un absceso. Una mala higiene oral (como no cepillarse los dientes o no usar hilo dental) es una de las causas de que se formen caries en los dientes. La bacteria de la caries se extiende a veces a las encías, las mejillas, la garganta o bajo la lengua, y puede llegar incluso a la mandíbula o a los huesos faciales (de la cara).

La infección se llena de pus, y se vuelve progresivamente más dolorosa al inflamarse los tejidos. El dolor se calma cuando el absceso se abre por sí solo y sale la pus, o cuando el dentista lo drena quirúrgicamente. Pero algunas veces, la infección se desarrolla hasta el punto en que la inflamación bloquea las vías respiratorias, y provoca dificultad para respirar. En esos casos más graves, el absceso dental causa fiebre, vómitos, sudoración, náuseas y malestar general.

¿Cuáles son las señales de un absceso dental?

Podría tratarse de un absceso dental si notas los siguientes síntomas:

  • Dolor severo y continuo, a veces en forma de punzadas fuertes
  • Inflamación de la boca o de la encía
  • Enrojecimiento de la boca y la cara
  • Gran sensibilidad de los dientes al calor o al frío
  • Dolor al masticar o al tocar el área infectada
  • Inflamación de los ganglios del cuello
  • Sabor amargo en la boca y mal aliento
  • Una llaga abierta de donde sale pus
  • Inflamación en el área de la mandíbulas superior o inferior
  • Dificultad para abrir la boca o tragar
  • Malestar general
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Fiebre
  • Escalofríos
  • Diarrea

Lo que puedes hacer para tener un alivio momentáneo

Si tienes caries o sientes dolor de muelas, podrías tomar un analgésico antiinflamatorio no esteroide, como ibuprofen (Advil, Motrin) o naproxen (Aleve). Así mejoras la inflamación y el dolor, siempre que no tengas ninguna contraindicación para tomarlo, como que hayas tenido úlceras en el estómago, que tengas gastritis, que estés tomando anticoagulantes como Warfarina o Coumadin. Si tienes dudas, consulta a tu médico.

Si el absceso dental se abre solo, enjuágate la boca con agua tibia con sal para limpiarla y para ayudar a que drene la pus.

Pero, aunque no te guste, tienes que ir al dentista

Si la infección persiste y el dolor es muy intenso y no se alivia con los analgésicos sin receta, ve al dentista enseguida. Sin embargo, a veces la raíz del diente afectado muere a consecuencia de la infección y el dolor se detiene. Pero aun así, de todas formas, debes ir al dentista (aunque no sientas dolor, la infección puede permanecer activa y se sigue extendiendo y destruyendo los tejidos). Y si el dolor resulta intolerable y sientes dificultad para respirar o tragar, o si tienes fiebre, escalofríos, náuseas o diarrea, debes consultar también al médico.

Si el absceso dental no se abre solo, es muy probable que el dentista tenga que hacer una incisión (cortada) para que salga la pus, y tal vez necesites antibióticos para combatir la infección. Son importantes las visitas de seguimiento para comprobar que todo marche bien. Las metas del tratamiento son eliminar toda la infección, preservar el diente y prevenir complicaciones. Para lograrlas, tal vez necesites otras terapias como una endodoncia o tratamiento de los conductos radiculares (que consiste en quitar la pulpa del diente que contiene el nervio y sus vasos y se sella el conducto) con el fin de salvar el diente o, si no es posible, a veces se requiere la extracción (que te saquen) del diente dañado.

En todo caso, es esencial que busques ayuda médica lo más pronto posible. Si no se elimina completamente la pus, y la infección se extiende a la parte inferior de la boca o al cuello puede afectar las vías respiratorias y dificultar o impedir la respiración, constituyendo entonces una amenaza para la vida.

Como prevenir el absceso dental

La prevención juega un papel importante para mantener tu dentadura saludable. El cepillado y el uso del hilo dental a diario reducen el riesgo de sufrir caries y abscesos dentales. También debes buscar atención profesional rápida si te das un golpe en los dientes que resulte en que alguno se rompa, se astille, se afloje o se le descascare el esmalte.

Y son imprescindibles las visitas regulares al dentista para un buen chequeo de la boca. No olvides que una caries, por pequeña que sea, debe tratarse enseguida para evitar que se desarrolle un absceso dental. Es la mejor manera de mantener tu salud bucal, que es una parte importante de la salud general.

 

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lunes, 27 de noviembre de 2017

10 consejos para guardar la comida en el refrigerador (la nevera)


Tu mejor aliado contra la contaminación de los alimentos

La rutina de hoy en día no deja tiempo para nada, a veces, ni para cocinar. Tanto los jóvenes ejecutivos, como los estudiantes, las madres solteras y las familias con niños encuentran en los refrigeradores o neveras a sus mejores aliados para mantener la comida fresca y saludable por más tiempo. Sin embargo, el saber cómo guardar alimentos en el refrigerador para evitar que se contaminen o se echen a perder tiene sus secretos.

Si tuviste una cena para amigos en casa y te sobró mucha comida, seguramente querrás guardarla en el refrigerador o la nevera. También podría pasar que hayas salido a comer a un restaurante y te hayas llevado lo que no comiste a la casa. Podría suceder también que decidas cocinar el fin de semana para tener comida lista el resto de la semana, y es entonces cuando debes tener en cuenta ciertos aspectos para que la comida se mantenga fresca y no dañe ni tu salud ni la de tu familia.

El objetivo de poner los alimentos en el refrigerador es prevenir el crecimiento de microorganismos. Tal vez te hayas dado cuenta que cuando dejas los alimentos fuera del refrigerador por algunos días, estos comienzan a tener cambios en su apariencia y en el olor. Esos cambios se deben a los microorganismos que crecen en los alimentos. Algunos de estos microorganismos incluyen: la salmonella, la escherichia Coli (e. coli), el C. botulinum y la Listeria.

Para prevenir que estos indeseables organismos lleguen a tu refrigerador ten en cuenta lo siguiente:

1. Lee las instrucciones de almacenamiento y las fechas de vencimiento de la comida

Cuando vayas de compras al supermercado, al mercado, a la tienda, tómate tu tiempo. Revisa lo que dicen las etiquetas acerca de las condiciones para refrigerar los alimentos. No te olvides que algunos alimentos deben ser refrigerados después de abrirse. Esto pasa con las mermeladas, la salsa de tomate o catsup, la mostaza y la mayonesa, pero también con muchos otros alimentos. Lee antes de guardar o de comprar. Las comidas preparadas y las congeladas tienen instrucciones específicas que deben ser seguidas al pie de la letra. Revisa las fechas de vencimiento.

En caso de que hayas comprado algún alimento y al cabo de los días te des cuenta de que su fecha límite de consumo expiró, tíralo a la basura, no titubees.

2. Que no pase mucho tiempo antes de guardar la comida

Para algunas personas el ir al mercado es un paseo de fin de semana. Compran la comida y luego dan un pequeño paseo por el centro comercial, se comen un helado o pasan por el banco a hacer unas diligencias. Esto es un grave error. Cuando vas a comprar alimentos, no debes planear hacer varias otras cosas después. Ve directo a casa y coloca en el refrigerador los alimentos que necesitan ser refrigerados. Estos alimentos no deben estar sin refrigerar por más de dos horas. Y si hace mucho calor, o sea, si están expuestos a temperaturas mayores de  90° F o 32° C, no deben estar sin refrigerar por más de una hora.

3. Carnes, pollo, pescado y otros productos animales, de inmediato al refrigerador

Con otros alimentos como las carnes, el pollo, el pescado, los mariscos, el cerdo e inclusive los huevos es necesario ser aún más cuidadoso. Trata de esperar lo mínimo posible de acuerdo con las temperaturas descritas arriba. Algunas personas congelan las carnes y luego las descongelan, y más tarde las vuelven a congelar. Si quieres cuidar tu salud, no hagas esto por nada del mundo.

4. Uso del refrigerador o nevera

Ahora, también es importante tener ciertos cuidados que deben con el refrigerador. Por ejemplo: ¿Sabes cuál es la temperatura adecuada y cómo organizar los alimentos en tu nevera?

  • Temperatura. En la medida de lo posible te aconsejo que adquieras un termómetro que te permita revisar periódicamente que la temperatura de tu refrigerador esté en los  40° F  o 4° C. El congelador debe permanecer en los 0° F  ó -18° C. Estas son las temperaturas adecuadas para garantizar que tus alimentos se conserven correctamente.
  • Orden. A veces es fácil acumular y acumular en el refrigerador hasta que no queda ni un solo espacio. Para muchos, lo importante es acomodar todo sin importar que queden unos sobre otros, hasta que todo quede repleto. Cuando llenas tu refrigerador hasta que no queda espacio, estás limitando la circulación del aire. Lo que hace que algunos alimentos reciban el aire frío, mientras que otros no reciban el aire que está circulando. Idealmente, debes organizar tu nevera de forma que permita que el aire circule.
  • Limpieza. El aseo del refrigerador y del congelador es fundamental para garantizar el buen estado de los alimentos que guardas allí. Límpialo con frecuencia para prevenir el crecimiento de las bacterias. Si tienes alimentos que están goteando debes limpiarlos tan pronto como sea posible, especialmente si este goteo viene de alimentos como carnes, pescados o pollo.

5. El frío no mata todo

Es fácil pensar que el congelador lo soluciona todo. El congelador es un excelente aliado ya que detiene el crecimiento de las bacterias, pero no mata a aquellas que ya venían en la comida. Es así como si esperas mucho tiempo para refrigerar la comida que te quedó del restaurante o la que preparaste en casa desde la mañana, le das oportunidad a los microorganismos de crecer en tu comida, y el refrigerador no puede hacer nada en contra de esto, más aún si las temperaturas no están ajustadas adecuadamente.

Te aconsejo que revises los termómetros de los congeladores. En algunas situaciones, los congeladores antiguos producen tanto hielo que se afecta el enfriamiento de todo el refrigerador.

6. Guarda los alimentos de temporada

Con la llegada del invierno, muchas personas prefiere congelar alimentos para tener suficiente durante la temporada de clima frío. Esto es una excelente idea, sobre todo para aquellas personas que tienen pequeños cultivos en casa y cosechan durante la primavera y el verano. El congelador te ayudará a mantenerlos en buen estado, sin embargo, no te ayudará a conservar plenamente el sabor, la suavidad, el aroma, los jugos y el color de los alimentos.

7. Usa empaques y recipientes para almacenar

He visto casos en donde por pereza, las personas guardan los alimentos en los platos en los que estaban comiendo e inclusive en las ollas en las que los cocinaron. Esto en realidad no ayuda a la conservación de tus alimentos. Dedícales un poco de tiempo. Empácalos bien. Colócalos en recipientes de plástico o en bolsas con cierre hermético. Asegúrate de taparlos bien.

8. Presta atención a tus sentidos

El olfato, el gusto y la vista son excelentes amigos a la hora de reconocer comida que ha iniciado procesos de descomposición. En algunos casos te habrás dado cuenta que la comida se daña aún estando en el refrigerador. Si ves y hueles la comida, y a simple vista la cosa no se ve bien, no dudes en tirarla. Si algo huele mal es por que está mal. La comida que no te acabaste o “las sobras” del día anterior generalmente tienen un tiempo de vida muy corto. Trata de comerlas lo antes posible, y revisa su estado a diario. No permitas que las bacterias que se crean en estos alimentos pasen de unos a otros contaminando así toda tu comida.

9.  Cuando comes en un restaurante…

Si vas a comer afuera y te quedó algo de comida que quieres llevarte a tu casa para el día siguiente, es una magnífica idea. Pero si vas a demorarte más de dos horas en llegar a casa, es mejor que no lo hagas. Dejar este tipo de comida sin refrigerar no es una buena idea. Además si piensas en dejarla en el auto, es aún peor. El calor del auto hace que las bacterias se reproduzcan mucho más rápido.

10. Cuidado con el lugar donde guardas tus alimentos

Revisa muy bien donde guardas tus alimentos. Por nada del mundo los dejes cerca de los productos de la limpieza, de los desinfectantes o de cualquier producto que pueda tener ingredientes que sean tóxicos y puedan causarte problemas.

Siguiendo estos consejitos, vas a poder asegurarte de que tus alimentos se mantengan frescos y listos para tu consumo y el de tu familia. Evita a toda costa que las bacterias ataquen tu refrigerador.

 

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El ejercicio y la hipertensión (la presión alta): lo que debes saber


Los beneficios de la actividad física para mantener una buena salud son muchos y conocidos. Sin embargo, a veces puede tener algunos riesgos. Si tienes presión alta, por ejemplo, hacer mucho esfuerzo puede hacer que tu presión suba. Aquí te contamos algunas recomendaciones para hacer ejercicio de manera segura, cuando tienes hipertensión.

El ejercicio físico es de gran ayuda para mantener una presión (o tensión) arterial normal y estable. Existen varios estudios que demuestran esto. Incluso, una investigación reciente ha asociado el ejercicio físico con el efecto de la sal en la presión arterial (generalmente la eleva) y detectó que cuanto más actividad tenían las personas, menos efecto tenía la sal sobre la presión, que se mantenía baja.

Otros estudios comprueban que llevar una rutina de ejercicios apropiada permite prevenir la presión alta (la hipertensión) o, en el caso de quienes ya sufren este problema, les ayuda a mantenerla en niveles normales y estables. Se considera que la presión es alta cuando es superior a 120 (presión sistólica-cuando el corazón bombea sangre) / 80 (presión diastólica-cuando el corazón está en reposo o entre latidos).

El problema es que la presión alta o hipertensión arterial es una enfermedad silenciosa, ya que no suele tener síntomas, y puede causar problemas serios como ataques al corazón. Por eso, a la hora de comenzar una rutina de ejercicios, es importante que lo consultes con tu médico, para que pueda indicarte qué cuidados tomar en tu caso, sobre todo cuando estás tomando medicinas.

Los mejores ejercicios si padeces hipertensión

De los tres tipos de ejercicios que existen – de estiramiento, aeróbicos y de fortalecimiento -, los ejercicios aeróbicos (como trotar, caminar, montar en bicicleta, nadar y esquiar, entre otros) son los más apropiados para quienes tiene presión alta. Además, la actividad física en general (realizada sin exigirse de más) permite:

  • Fortalecer tu sistema cardiovascular (incluyendo el corazón), así como mejorar la circulación y utilizar mejor el oxígeno.
  • Incrementar los niveles de energía, disminuir el cansancio y/o la falta de aire.
  • Aumentar la resistencia.
  • Fortalecer y tonificar los músculos, así como los huesos y las articulaciones.
  • Reducir la grasa y alcanzar el peso deseado.
  • Mejorar la autoestima y disminuir el estrés, la tensión, la ansiedad y la depresión.
  • Mantenerse relajado y descansar y dormir mejor.

A la hora de comenzar una nueva rutina de ejercicios, luego de haberte asesorado con tu médico, elige una actividad que te guste y los horarios que te queden cómodos para poder cumplir con tu objetivo. Recuerda que la clave para que el ejercicio realmente tenga un efecto benéfico en tu presión y en tu salud consiste en hacerlo regularmente.

Cuando empieces, recuerda que tienes que ser paciente. En este caso, no se puede recuperar el tiempo perdido, con lo cual, si intentas hacer todo de golpe lo único que lograrás es arriesgarte a sufrir lesiones o problemas mayores debido a tu hipertensión. Hay que empezar poco a poco e ir agregando paulatinamente otros ejercicios o exigencias a medida que vas sumando logros y una vez que tu cuerpo ya haya adquirido la flexibilidad y el fortalecimiento necesarios como para avanzar un poco más.

En general, a las personas con presión alta o hipertensión se les recomienda empezar con rutinas de 10 a 15 minutos diarios, de 5 a 6 veces por semana (aunque 3 veces por semana ya pueden marcar una diferencia). Con el tiempo, lo ideal es alcanzar sesiones de 30 a 60 minutos.

Precauciones si tienes presión alta

Por otro lado, antes, durante y después de ejercitar, es importante que consideres algunas precauciones:

  • Antes de practicar tu rutina de ejercicios recuerda hacer unos minutos de estiramiento y luego algunos minutos de relajación, para que los cambios en tu estado físico no sean bruscos.
  • Evalúa tu rutina de ejercicios con tu médico de manera regular, en especial cuando tu médico te indique un cambio en la medicación.
  • Si te sientes muy cansado o fatigado, repasa las actividades que has realizado el día anterior y realiza ejercicios más leves o, directamente, suspende la rutina para descansar hasta que te sientas más fuerte. Es importante mantener el equilibrio entre ejercicio y descanso.
  • Evita ejercicios que impliquen levantar o empujar cosas pesadas (aún cuando se trate de tareas domésticas o de jardinería, que puedan requerir que te sobre exijas)
  • Evita recostarte para descansar, ya que eso reduce tu tolerancia a la actividad física. Si te fatigas o te falta el aire durante el ejercicio, descansa sentado en una silla cómoda.
  • Evita hacer ejercicios al aire libre cuando hace mucho frío, mucho calor o está muy húmedo.
  • Evita tomar duchas extremadamente frías o calientes luego de hacer ejercicio.
  • Trata de ejercitar sobre terrenos planos y no en pendiente (hasta que tu condición física lo tolere). Si no tienes otra alternativa, disminuye la velocidad al subir y presta atención a tu ritmo cardiaco.
  • Si por algún motivo has interrumpido tu rutina de ejercicios por unos días, reduce los ejercicios al retomarlos y auméntalos gradualmente.
  • Si estás enfermo o no te sientes bien, no realices tus ejercicios y luego espera unos días hasta que todos los síntomas del malestar desaparezcan.

Si aún tomando estas medidas sientes alguno de los siguientes síntomas de la hipertensión mientras estas ejercitando, deja la rutina y descansa un rato. Si el malestar no pasa en seguida, llama a tu médico para descartar alguna emergencia:

  • Dolor de pecho
  • Debilidad
  • Mareos
  • Latidos irregulares o superiores a 100 pulsaciones por minuto, que no se estabilizan
  • Aumento de peso o inflamación (hinchazón) que no te puedes explicar
  • Presión o dolor en el cuello, hombro, mandíbula o brazos, u otro síntoma que te alarme.

A menos que tu médico te haya recomendado que no lo hagas, no hay motivo para que te prives de hacer ejercicio y de disfrutar de todos los beneficios que la actividad física puede brindarte para tu hipertensión y tu salud en general.

 

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Pizza de quinoa (quinua) – receta saludable


Prueba nuestra versión original de la tradicional pizza italiana. ¿El secreto? No usamos harina. La masa está hecha de quinoa (quinua), un ingrediente con muchos beneficios para la salud. Nuestra receta saludable es apta para diabéticos, baja en calorías y grasas y aporta una buena cantidad de fibra. ¡Date un gusto con nuestra deliciosa pizza de quinoa!

Tiempo de preparación: 60 minutos

Dificultad de la receta: Baja

Ingredientes:

  • ½ taza de quinoa
  • 3 cucharaditas de aceite de oliva
  • 1 taza de agua
  • 2 huevos
  • 1 ½ cucharaditas de sal de ajo
  • ½ cucharadita de orégano
  • ½ cucharadita de albahaca
  • ½ cucharadita de levadura en polvo
  • ¼ de taza de queso mozzarella
  • ½ taza de salsa de tomate

Preparación:

  1. Precalienta el horno a 200° C / 390° F . Cubra una bandeja para hornear con papel encerado y rocía con aceite en aerosol.
  2. Lava la quinoa y quita el exceso de humedad.
  3. Cocina la quinoa con 2 cucharaditas de aceite de oliva en una olla mediana, al hervir baja el fuego a medio bajo y deja que se evapore el resto del agua. Sabrás que la quinoa ya está lista cuando el agua se evapore y a las semillas de quinoa se les vea una hebrita blanca. Deja enfriar por 10 minutos.
  4. En un plato mezcla los 2 huevos con 1 cucharadita de aceite de oliva, sal de ajo, orégano, albahaca y levadura. Mezcla hasta integrar todo.
  5. Agrega el queso en la quinoa y la mezcla anterior.
  6. Extiende en la bandeja para hornear una capa uniforme de la mezcla, debe quedar ½ cm de espesor.
  7. Hornea de 18 a 20 minutos, hasta que los bordes comiencen a dorar. Vierte la salsa y más queso, regresa al horno para que el queso se derrita.

Tip:

  • Puedes agregar tus ingredientes de pizza favoritos (champiñones, pimientos, piña, chiles jalapeños, cuadritos de pechuga de pollo, etc.

La receta rinde: 2 porciones

Nutrición por porción: 334 calorías; 43.3 g carbohidratos; 15.2 g proteína; 10.6 g grasas; 5.2 g fibra; 2.4 g azúcares; 22.3 mg colesterol

Fuente de la Receta: Pizza de Quinoa en Kiwilimón

kiwilimón

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sábado, 25 de noviembre de 2017

Salud: Los 5 reportajes más populares de esta semana


Estos fueron los 5 reportajes más populares que publicamos en Vida y Salud la semana del 20 de noviembre, 2017:

1.  4 problemas sexuales comunes en las mujeres

2.  8 tips fáciles para acelerar el metabolismo naturalmente

3.  Los cambios psicológicos en la pubertad

4.  Cómo evitar que la pre-diabetes se convierta en diabetes

5.  Cáncer del estómago: síntomas y factores de riesgo

¿No ves el tema que estás buscando? En Vida y Salud tenemos miles de artículos y cientos de videos sobre la medicina y cómo llevar una vida saludable. Sólo tienes que introducir el tema de salud que te interese en la casilla de búsqueda que se encuentra en la parte superior de la página y pulsar en el botón anaranjado que dice “Buscar”.

Si no encuentras algo sobre el tema que te interesa, por favor avísanos. Nos puedes dejar un comentario al fondo de este artículo o mandarnos un email usando nuestra forma de contacto, haciendo click aquí. Leemos y tomamos en cuenta todos los comentarios y todas las preguntas que recibimos al decidir cuál será el nuevo contenido del sitio. Y, como te darás cuenta, hay contenido nuevo sobre la salud y la medicina todos los días.

Esperamos ser dignos de tu confianza y convertirnos en tu recurso #1 de salud.

 

Imagen © iStock / JLGutierrez

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viernes, 24 de noviembre de 2017

Cómo evitar que la pre-diabetes se convierta en diabetes


De acuerdo a la Mayo Clinic, es posible evitar que la resistencia a la insulina y la pre-diabetes se conviertan en diabetes con cambios en la dieta y el estilo de vida.

La resistencia a la insulina, la pre-diabetes, y la diabetes tipo 2

En las personas con resistencia a la insulina, las células no responden normalmente a la insulina ni a la glucosa que es el combustible del cuerpo.  Como resultado, el cuerpo produce más insulina para superar esta resistencia. Con el tiempo, las células se vuelven más resistentes, y el cuerpo no puede mantener el nivel de producción de insulina, los niveles de glucosa en la sangre se elevan, se progresa a la pre-diabetes, y finalmente se desarrolla la diabetes tipo 2.

Sin embargo, la evolución de pre-diabetes a diabetes tipo 2 con frecuencia puede detenerse.  Un estudio extenso conocido como el Diabetes Prevention Program, descubrió que, en adultos mayores de 60 años, ciertos cambios sencillos en el estilo de vida reducían este riesgo de progresión hasta en un 71%.  Los participantes que más redujeron su riesgo fueron los que:

Aparentemente, la causa de la resistencia a la insulina es una combinación de factores genéticos y de estilo de vida.  Los factores de riesgo son: estilo de vida sedentario e historia familiar de diabetes.  Otro factor de riesgo es pertenecer a uno de los siguientes grupos étnicos: afroamericano, nativo americano, asiático, hispano o isleño del Pacífico. Para aquellas personas que ya presentan resistencia a la insulina, el sobrepeso, especialmente con exceso de grasa alrededor del abdomen es el factor de riesgo que puede modificarse más fácilmente para evitar la progresión de la pre-diabetes a la diabetes tipo 2.

Se ha comprobado que varios medicamentos pueden reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Aunque los estudios presentan muchas limitaciones, al parecer la metformina es la que produce mejores resultados.  El medicamento es menos efectivo en adultos mayores de 45 años y no se recomienda en pacientes mayores de 60 años.  Aún para los adultos jóvenes, la metformina no es tan efectiva como lo son la pérdida de peso y el ejercicio.

 

Para más información de la Mayo Clinic haz clic en el logotipo:

Ultima revisión: 2017

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Imagen © iStock / Ridofranz

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El divorcio: después de tantos años de matrimonio, ¿es mejor separarse o seguir juntos?


Varios estudios recientes estiman que la mitad de las parejas que contraen matrimonio terminan en divorcio. Muchas parejas eligen la separación incluso después de largos años de matrimonio.  ¿Será que la rutina puede romper con el amor más fuerte? ¿Por qué, luego de tantos años, las parejas optan por el divorcio  ¿Es posible arreglar la relación o es preferible seguir caminos separados?

“Si no me hubiera separado, estaría igual que mis amigas que siguen con sus esposos por no quedarse solas”, me dijo una paciente cuando logró calmar un poco su angustia, estaba deprimida y según ella misma contaba, pasando por uno de los momentos más duros de su vida, a los 60, luego de terminar con un matrimonio de casi 30 años y perder su trabajo. “Sin embargo, a pesar de la soledad – repetía – no volvería con él”.

¿Qué ocurre con las parejas que luego de vivir tanto tiempo juntos deciden dejar de vivir juntos y compartir sus vidas? Se estima que el 50 por ciento de los matrimonios (¡la mitad de las parejas que se casan!) terminan en divorcio durante los primeros 25 años de casados, y según datos del censo norteamericano de 2008, las tasas de divorcio alcanzan su pico más alto a partir de los 40 años y hasta los 65. ¿Adónde se va el amor y todo el entusiasmo de construir una vida juntos?

¿A qué se debe tanto divorcio?

En la mayoría de los casos se trata de compañeros que lenta y silenciosamente han sobrellevado problemas o incompatibilidades que finalmente terminan con la separación de la pareja. Hay una frase que se escucha frecuentemente que dice que los miembros de la pareja han crecido a destiempo. Y quizá tenga algo de cierto esta afirmación, pues todos cambiamos a medida que pasan los años y es posible que nuestros gustos y deseos dejen de ser compatibles con los de nuestras parejas.

Con el tiempo y los gustos personales, el amor también se transforma y la pasión puede desaparecer. El tiempo y la confianza son capaces de convertir el vínculo matrimonial en una especie de lazo de hermandad (y el deseo se escapa) o puede generar la sensación de que es posible perder el respeto por el otro (y el cariño se vuelve maltrato). Entonces….¿para qué seguir juntos?

Las amigas de mi paciente no tenían buenas convivencias, sin embargo, algo les impedía pedir un divorcio: la edad, el temor a estar solas, la falta de independencia económica, la costumbre, ¿el amor? Las causas pueden ser múltiples y variadas, pero es importante aprender a distinguir cuándo una relación se vuelve enfermiza para evitar que nos haga daño.

¿Es mejor separarse o seguir juntos?

Si bien es cierto que hay estudios que prueban que las personas casadas o que conviven tienen mejor calidad de vida y viven más tiempo, el dato clave es que se trata de convivencias felices. Por el contario, un matrimonio con problemas empeora la calidad de vida y es capaz de deteriorar la salud de uno o de ambos miembros de la pareja.

Y tú, ¿qué tal te llevas con tu compañera o compañero? ¿cómo es tu relación? ¿eres feliz o sientes que estás soportando una situación que te lastima? Si tienes problemas, recuerda que las parejas no siempre terminan separadas y muchas veces hay posibilidades de reparar el amor, aunque en otras ocasiones lo mejor es seguir rumbos distintos, aunque al principio el divorcio sea doloroso.

En todo caso, existen terapias de pareja que los pueden ayudar a tomar la mejor decisión, sea cual sea — el divorcio, una separación temporal o quedarse juntos –, así como terapias individuales que pueden ayudarte a sobrellevar la angustia, las dudas y los temores que te invaden en este momento que estás pasando.

Lo importante es que puedas detectar cuando algo te está dañando y que puedas actuar en consecuencia. Habla con tu compañero o compañera, es vital la comunicación entre ustedes, pidan ayuda si la necesitan y, como lo han estado haciendo todos estos años, busquen una solución juntos también ahora, La solución final puede o no terminar siendo el divorcio. Lo principal, es que no se hagan daño. Puede ser un nuevo principio para tu relación o para una relación diferente.

 

Ultima revisión: 2017

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6 simples hábitos para mantener una buena salud


Cambiar algunos de tus hábitos diarios puede significar la diferencia entre tener buena salud y estar enfermo

Muchas veces, por la velocidad de la vida que llevamos, nos olvidamos que la salud es un tesoro. Sólo la valoramos cuando nos enfermamos. Pero, el tener una buena salud es crítico para llevar una vida feliz y placentera. El estar sano significa que nuestro cuerpo funciona de forma normal y que no hay nada fuera de balance. Estar sano es también tener una mente equilibrada y en armonía con el cuerpo. 

Los hábitos saludables son, en gran parte, los que determinan que tengas buena salud. Y cuando me refiero a hábitos, hablo precisamente de aquello que haces todos los días: dormir, comer, mantenerte hidratado, hacer ejercicio, bañarte, protegerte del sol. El buen desarrollo de estos hábitos seguramente te ayudará a tener una vida más larga y más sana. Hagamos un recorrido por seis hábitos importantes para tener una buena salud:

1. Come frutas y verduras

Lo ideal es comer nueve porciones de frutas y vegetales al día. Pero si, ya sé que estás abriendo los ojos porque te parece mucho. Entonces ahí va: cinco. Come cinco porciones de frutas y vegetales al día y te salvarás de varias visitas al médico. Un estudio realizado en la Universidad Harvard dice que esta cantidad suministra los antioxidantes y la fibra necesarios para reducir las enfermedades cardíacas y para mantener un peso sano (una porción equivale aproximadamente a la mitad de una fruta, o media taza de frutas, o media taza de vegetales).

2. Haz ejercicio

Lo ideal sería 30 minutos de ejercicio cardiovascular (o más) 5 días o más a la semana. Pero como ya sé que a veces te cuesta levantarte del sofá, pues ahí te va una dosis más manejable: ¿qué tal 17 minutos al día? Esto equivale a dos horas a la semana. ¡Y ni siquiera tienes que hacerlo seguidito! Puedes dividirlo en segmentos. Y los beneficios son infinitos: corazón sano, peso adecuado, músculos tonificados, estar de muy buen humor… etc., etc…

3. Duerme lo suficiente

Si eres de los que siempre duerme entre 7 y 8 horas diarias, vas por el camino correcto. Unos estudios recientes indican que los que tienen problemas para dormir o duermen menos 7 horas, están incrementando su riesgo de sufrir hipertensión, enfermedades cardíacas y hasta diabetes. Nuestro cuerpo necesita descansar y recargar sus energías para tener buena salud.

4. Mantente hidratado

Antes se decía que ocho era el número mágico de vasos de agua al día que se debían tomar. Ahora se sabe que no es necesario beber ocho, pero toma líquidos con las comidas y cada vez que sientas sed. Bebe más si haces ejercicio o hace mucho calor. Los únicos que no pueden depender de la sed para beber agua son los niños pequeños y los ancianos porque en ellos el mecanismo de la sed no funciona bien y tienen que acordarse de beber. No sé si sabías, pero el cuerpo está hecho de agua y necesita de este líquido para funcionar. Otras fuentes de líquido son las frutas, la sopa, el té y los vegetales. Recuerda, agua = buena salud.

5. Lávate las manos

Idealmente con agua y jabón, usando el jabón mínimo durante 15 segundos. Varios estudios han demostrado que el lavarse las manos con agua y jabón elimina más del 90% de los microbios que causan infecciones y que pueden alterar tu buena salud. Lávate las manos siempre después de ir al baño, al tocar a alguien que está enfermo, y cuando cocinas. Especialmente cuando tocas carne cruda y vegetales sin lavar.

6. Usa bloqueador solar

Diariamente. No importa que esté nublado. Proteger tu piel de los rayos ultravioleta evitará lesiones en la piel, incluyendo cáncer. Lo ideal es un bloqueador de mínimo 15 de factor de protección.

El tener y mantener una buena salud depende en parte de nuestros hábitos. Es mejor prevenir que lamentar. Así que toma nota de estos consejos y ¡a ponerlos en práctica!

 

Ultima revisión: 2017

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jueves, 23 de noviembre de 2017

Ansiedad sexual en los hombres: 5 formas de combatirla


A veces, una actividad tan placentera como el sexo puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza. Y lo peor de todo, es que cuando algo no sale bien en la intimidad puede llenarte de frustraciones y temores que posiblemente vuelvan a aparecer cuando intentes tener sexo nuevamente. Aquí te contamos de qué se trata la ansiedad sexual y cómo lidiar con ella.

El sexo debería ser una actividad placentera para ambos miembros de la pareja, y hasta se ha probado que tiene beneficios para la salud. Sin embargo, a veces, hay ansiedad y preocupaciones que matan la pasión y el deseo.

Cuando Carlos conoció a Diana, por ejemplo, estaba tan enamorado que temía no ser capaz de hacer gozar a la chica de sus sueños. Pensaba que su pene era pequeño y que seguramente ella habría tenido experiencias con hombres que eran “mejores” que él y entonces… El resultado fue frustrante: cuando llegaba el momento del sexo su erección sólo duraba hasta el momento de la penetración, y luego nada, no había forma de seguir…

En situaciones similares, Pablo se entusiasmaba tanto que no lograba retener la eyaculación para esperar a su compañera, y lo ponía tan mal el tema que al final, cada vez que le gustaba una chica ni siquiera se acercaba por ansiedad y temor a pasar nuevamente por una situación tan frustrante.

Si a ti te pasa algo parecido, ¡ánimo! Se trata de un problema que tiene solución. Se le conoce como ansiedad sexual y si bien es más común entre los hombres, a veces también puede ocurrirles a las mujeres.

¿A qué se debe la ansiedad sexual?

Existen distintas preocupaciones que pueden provocar ansiedad sexual. Por ejemplo:

Todas estas preocupaciones impiden que el sexo sea algo placentero. Además, pueden activarse algunas hormonas del estrés que hacen que tu cuerpo reaccione como si estuviera frente a una amenaza, cuando en verdad no lo estás.

En los hombres, por ejemplo, uno de los efectos de las hormonas del estrés es estrechar los vasos sanguíneos. De ese modo, llega menos sangre al pene y hace que la erección sea más difícil de lograr o de sostener. En el caso de las mujeres, en cambio, es posible que el estrés no les permita lubricarse lo suficiente como para tener sexo o que pierdan el deseo de tener relaciones.

¿Tiene solución la ansiedad sexual?

¿Te preocupa el tema de la ansiedad sexual? No te desesperes pues tiene solución y no es tan difícil lograrlo. Antes que nada, consulta con un médico para que descartes que lo que te ocurre no es algo físico ni provocado por algún medicamento que estés tomando.

Si físicamente todo está bien, entonces un profesional calificado podría sugerirte distintas alternativas. Entre ellas:

  1. Sé abierto con tu pareja y anímate a hablar de las preocupaciones que no te dejan actuar libremente durante el sexo. Así, tu pareja podrá entenderte mejor y hasta pueden buscar soluciones en conjunto que, al fin y al cabo, los unirá más aún.
  2. Trata de ampliar la intimidad, hay muchas formas de hacerlo sin tener sexo. Por ejemplo, pueden darse masajes o tomar un baño cálido, hacerse caricias y buscar nuevas formas de sentir y provocar sensaciones, sin tener que llegar al acto sexual que tanto te estresa.
  3. Haz ejercicio. No sólo te permitirá mantenerte en forma y sentirte mejor con tu cuerpo sino también tener más energía y fortaleza para el sexo.
  4. Distráete y busca estímulos externos que te ayuden a quitarle atención al acto sexual. Por ejemplo, puedes poner música o pensar en cosas o situaciones que te estimulen.
  5. Pide ayuda psicológica. Si nada de esto funciona, consulta a un profesional especializado en problemas sexuales que pueda ayudarte a conocer tus temores y a entender qué cosas te preocupan o te causan ansiedad, así como también a sentirte más cómodo con tu sexualidad.

Recuerda que, cuando se trata del sexo, no hay una forma de hacerlo bien o mal. Por el contrario, lo importante es disfrutar juntos y dejarse llevar por las emociones, todo vale en la pareja mientras ambos estén cómodos. Por eso, deja de culparte o presionarte sobre cómo lo haces o cómo te ves o cómo sientes que luce tu cuerpo. El sexo no tiene que ver con nada de eso y tú tienes todas las condiciones para disfrutarlo. No te dejes vencer por la ansiedad sexual, pues es una situación que puede resolverse y no tiene por qué seguirte afectando.

 

Ultima revisión: 2017

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