viernes, 16 de marzo de 2018

La arritmia: cuando el corazón pierde el paso


El corazón es un músculo incansable que late sin parar desde mucho antes de nacer hasta el último segundo de vida. Aunque no se detiene, no siempre marcha al mismo paso: a veces va más lento, otras más rápido según varíe la necesidad del oxígeno del organismo. Como sucede en el baile, a veces se pierde el paso y hay que actuar rápidamente para recuperar el ritmo. Un cambio en el patrón o ritmo habitual del corazón es lo que se conoce como arritmia. Las hay desde inofensivas hasta graves. Aquí te explicamos como suceden y cómo identificarlas.

Las palpitaciones, los latidos que “se saltan”, un aleteo en el pecho o su opuesto, las pausas irregulares entre un latido y otro… todos esos son síntomas de una arritmia, una irregularidad en el ritmo de los latidos del corazón.  Normalmente, el corazón late entre 60 y 100 veces por minuto y esto es lo que se considera como el ritmo cardíaco normal.  Cuando el ritmo se acelera en reacción a un estímulo como el estrés (el ejercicio es un ejemplo) se llama taquicardia; cuando se hace más lento o se desacelera, como durante el sueño, se llama bradicardia.  Cuando late de manera irregular, como ya dijimos, es que recibe el nombre de arritmia, que puede ser inofensiva o puede ser grave, ya que si causa disminución en la circulación de la sangre puede causar daños en el cerebro, en el corazón y en otros órganos vitales.

Para que puedas entender lo que sucede durante una arritmia, hagamos un repaso del funcionamiento del corazón.

Un corazón que late es un pequeño sistema eléctrico

¿Por qué late el corazón? Pues para mover la sangre que va cargada de oxígeno y nutrientes por todo el cuerpo. Pero esa sangre hay que empujarla y ahí es donde intervienen los latidos, las contracciones del corazón controladas por impulsos eléctricos.

El sistema eléctrico del corazón que regula la frecuencia y el ritmo de los latidos consiste en dos áreas de control o nódulos y una serie de vías por la que corre el impulso eléctrico, de forma similar a la que funciona cualquier otro circuito eléctrico, como el de tu casa, por ejemplo. A grandes rasgos, para no abrumarte con los detalles, con cada latido un impulso eléctrico corre desde la parte superior (o aurículas), hasta la parte inferior (o ventrículos). A medida que el impulso se traslada a través de las vías, las cámaras del corazón (aurículas y ventrículos) se contraen y se relajan,  impulsando así la sangre, en un proceso que se repite entre 60 y 100 veces por minuto en condiciones normales.

Los tipos de arritmia

Cualquier irregularidad en el ritmo de las contracciones (llamadas sístoles), y las relajaciones (llamadas diástoles), es lo que origina las arritmias que se clasifican según el lugar de origen (las aurículas o los ventrículos). Hay cuatro tipos principales de arritmia que son: extrasístoles, arritmias supraventriculares, arritmias ventriculares y bradiarritmias.

Las extrasístoles (o contracciones ventriculares prematuras) son la forma más común de las arritmias. Consisten en un latido adelantado en relación a la frecuencia normal. Por lo general son inofensivas y no requieren tratamiento si se presentan en personas en buen estado de salud. Cuando producen síntomas se siente como una especie de aleteo en el pecho y la sensación de que el corazón se ha saltado un latido.  Suelen presentarse de manera espontánea y no porque la persona sufra de una enfermedad del corazón (aunque ciertas condiciones cardíacas si pueden producir extrasístoles).  A veces pueden presentarse debido al estrés, cuando se realiza demasiado ejercicio o cuando se consume cafeína o nicotina en exceso.

Las arritmias supraventriculares, a su vez, son taquicardias (cuando se aceleran los latidos) que se originan en las aurículas o en el nódulo auriculoventricular (un grupo de células situado entre las aurículas y los ventrículos).  En este grupo se encuentran varias que son: la fibrilación auricular, el aleteo auricular, la taquicardia supraventricular paroxística y el síndrome de Wolff-Parkinson-White.

La fibrilación auricular 

Dentro de este primer grupo, vamos a prestar un poco más de atención a la fibrilación auricular, porque se trata del tipo más frecuente de una arritmia grave. Consiste en una contracción muy rápida e irregular de las aurículas (las cavidades superiores del corazón). El impulso eléctrico que origina el latido no comienza en el sitio acostumbrado, sino en otra parte de la aurícula o en las venas pulmonares cercanas y no se traslada de la forma adecuada. El resultado es que las paredes de las aurículas vibran o fibrilan (de ahí su nombre) muy rápido en lugar de latir normalmente y entonces no pueden bombear sangre a los ventrículos de la forma correcta.

Las dos complicaciones más graves asociadas con la fibrilación auricular son el accidente cerebrovascular y la insuficiencia cardiaca (falla cardiaca).

Cuando la persona sufre de fibrilación auricular, pueden formarse coágulos al acumularse la sangre en las aurículas que están fibrilando, en lugar de circular hasta los ventrículos. Si un coágulo se desprende puede llegar al cerebro y causar un derrame. Es por eso que las personas que la padecen reciben tratamiento con anticoagulantes. El accidente cerebrovascular puede ocurrir si un coágulo de sangre llega hasta una arteria del cerebro y obstruye (bloquea) la circulación de la sangre.

La insuficiencia cardíaca sucede porque el corazón no puede bombear la sangre que el cuerpo necesita. La fibrilación auricular puede causar insuficiencia cardíaca si los ventrículos laten demasiado rápido y no tienen suficiente tiempo para llenarse de sangre y bombearla al resto del cuerpo. Esto causa cansancio, inflamación (hinchazón) de las piernas y sensación de falta de aire.

Muchas veces la fibrilación auricular se debe a otra condición que afecta al corazón como la hipertensión, la enfermedad coronaria o la cardiopatía reumática, un problema con una de las válvulas del corazón.  Otras causas pueden ser el hipertiroidismo (exceso de hormona tiroidea), el exceso de bebidas alcohólicas o si otros miembros de la familia han padecido de fibrilación auricular.

Entre otros factores de riesgo de este tipo de arritmia están:

Las señales de aviso de la fibrilación auricular pueden incluir: latidos fuertes en el pecho (como truenos, tambores o saltos); palpitaciones frecuentes (la sensación de que el corazón se ha saltado un latido); falta de aire después de realizar un esfuerzo físico; dolor en el pecho y hasta mareos o desmayos.

Cuando se presenten estos síntomas hay que consultar a un médico para establecer el diagnóstico y determinar el tratamiento que ayude a restaurar el ritmo normal y evite los coágulos.

La taquicardia ventricular y la fibrilación ventricular

Son dos arritmias que se originan en los ventrículos (las cavidades inferiores del corazón) y que son más peligrosas que la fibrilación auricular. Afortunadamente son menos frecuentes. En el caso de la taquicardia ventricular, los ventrículos laten a velocidades muy rápidas, (muy por arriba de 100), lo que no permite que se llenen de sangre y por eso el corazón no puede distribuirla al cuerpo y no se pueden oxigenar los órganos y los tejidos, lo cual es peligroso si dura mucho tiempo. Puede causar palpitaciones, mareo, debilidad, disminución en la presión arterial y desmayo. Se puede convertir en fibrilación ventricular que es una arritmia más grave.

En la fibrilación ventricular, como en el caso de la fibrilación auricular, los ventrículos vibran en forma rápida e irregular y tampoco logran bombear la sangre eficientemente y el resultado es el mismo que en la taquicardia ventricular pero mucho más rápido y severo. Si no se trata rápidamente es mortal porque acaba con un paro cardíaco.

Una arritmia puede asustar a la persona que la sufre, pero en muchos casos y en especial en personas jóvenes sin historial de enfermedades cardíacas, no representa un peligro serio y se puede tratar con medicamentos. Las arritmias supraventriculares son muy comunes en personas de mediana edad y de edad avanzada. Por lo general, a medida que se envejece aumentan las probabilidades de sufrirlas, especialmente la fibrilación auricular. Muchas aparecen de forma temporal en respuesta a emociones o actividades normales, pero hay arritmias que pueden ser peligrosas y por eso siempre es importante cuando se sospecha que pueda haber una arritmia que la evalúe un cardiólogo para determinar si requiere tratamiento.

Este es un tema extenso que merece explicarse en detalle, así que para que puedas entender mejor la información, continuaremos explicando otros tipos de arritmia en un artículo posterior.  Si te interesa el tema, mantente al tanto para que puedas identificarlas y no te asustes tanto la próxima vez que tu corazón pierda el paso.

 

Ultima revisión: 2018

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Imágen © iStock / alengo

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