La ansiedad, esa sensación de desasosiego, intranquilidad, muchas veces acompañada de pesar, angustia y miedo es muy común en los pacientes con cáncer, pero es uno de los grandes obstáculos para que tu tratamiento y recuperación tengan éxito. Ponle freno, tu médico te puede ayudar.
¿Qué tiene que ver la ansiedad con el cáncer?
La ansiedad y el cáncer forman una pareja prácticamente inseparable. La mayoría de los pacientes la sufre en algún grado: desde las formas más leves y justificables, dadas las circunstancias, hasta las más serias, como los trastornos de ansiedad y los ataques de pánico. La sufren desde el momento que esperan los resultados de las pruebas de detección, durante el diagnóstico, los tratamientos y persiste aun cuando el cáncer se ha vencido, por temor a una posible recaída.
El grado de intensidad y la frecuencia con que se experimenta la ansiedad depende de varios factores: la personalidad del paciente, el entorno familiar, el tipo de cáncer y el avance de la enfermedad, así como el tipo de tratamiento que recibe y los efectos que éste tiene en su vida diaria. Definitivamente la ansiedad es peor en aquellos pacientes con tendencia previa a los estados depresivos o que sufren algún trastorno mental.
En cualquier caso, es importante reconocerla y reportarla al médico para aliviar los síntomas, en lo posible. Estas son las señales que suelen presentarse con más frecuencia:
A nivel físico:
- Alteraciones en el sueño
- Pérdida del apetito
- Tensión y dolores musculares
- Temblores
- Fatiga y cansancio extremo
- Resequedad en la boca
- Palpitaciones, aceleramiento de los latidos del corazón, falta de aire, opresión en el pecho (similar a un estado de pánico)
- En casos severos, pueden presentarse náuseas y episodios de diarrea
A nivel psicológico:
- Intranquilidad
- Problemas para enfocar los pensamientos y concentrarse
- Irritabilidad, cambios de estado de ánimo
- Dificultad para resolver problemas
- Preocupación exagerada
- Depresión
Si sospechas que padeces de ansiedad es importante que hables con tu médico para buscar una solución. Y es que ahora, más que nunca, necesitas que tu cuerpo esté lo más fuerte y equilibrado posible para hacerle frente al tratamiento.
También es importante determinar qué causa la ansiedad: quizás sea el miedo al futuro, a sufrir dolor, a quedar discapacitado, a las dificultades laborales y la carga económica, a la soledad, o la falta de un entorno familiar o grupo de apoyo adecuado.
Muchas veces la ansiedad es causada por síntomas no resueltos, como el dolor, u otras molestias. En la medida que esos efectos secundarios del cáncer y los tratamientos se resuelvan, los estados de ansiedad mejoran. Pero tu médico también podría recetarte una serie de medicamentos que te ayuden con la ansiedad, como los siguientes (entre otros):
- Lorazepam (Ativan®)
- Diazepam (Valium®)
- Clonazepam (Klonopin®)
- Alprazolam (Xanax®)
- Clorpromazina (Thorazine®)
- Buspirona (BuSpar®)
- Haloperidol (Haldol®)
Algunos de estos medicamentos podrían tener efectos secundarios, por ejemplo: somnolencia. Por eso siempre es importante mantener una buena comunicación con tu médico y, si es necesario, te suspenderá y/o cambiará el medicamento o la dosis.
Con o sin medicamentos, el médico podría referirte a terapia psicológica, para ayudarte a lidiar con tu situación. En casos de ansiedad severa, la ayuda psicológica profesional es tan importante como los medicamentos. El tratamiento es más efectivo cuando se siguen las instrucciones exactas del médico, evitando, en lo posible. consumir o usar otras sustancias, como el alcohol o los cigarrillos para aliviar los síntomas.
Hay otras maneras de combatir la ansiedad relacionada con el cáncer, entre ellas:
- El ejercicio, con la frecuencia e intensidad que la condición lo permita. Es excelente para aliviar tensiones y ansiedad
- Masajes, yoga, o meditación.
- Practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda (con los ojos cerrados y en una posición cómoda, de preferencia acostado(a), inhalar y expirar profundamente el aire y empezar a relajar cada parte del cuerpo, comenzando por los dedos de los pies hasta terminar en la cabeza. Una vez relajado(a), visualizar un paisaje agradable, como una playa, un bosque o un jardín, o la imagen que más paz y tranquilidad te produzca).
- Buscar apoyo en la oración y en las creencias religiosas personales (si se practica alguna religión).
- Enfocarse en pensamientos y actitudes positivos.
¿Estás atravesando un proceso similar? Recuerda que es perfectamente normal sentir frustración, confusión y tristeza ante un diagnóstico o tratamiento contra el cáncer. Hablar y confiar tus sentimientos a personas allegadas y en quien confías es de gran ayuda. Investiga si el hospital, o el centro médico en que recibes tu tratamiento brinda servicios como reuniones de grupos de apoyo, consejería o clases de ejercicios, yoga o Tai Chi. Y confía en tu médico: sigue sus indicaciones y el tratamiento al pie de la letra. Si no estás cómoda con él o ella, pide una segunda opinión.
Sí, la ansiedad y el cáncer van de la mano, pero en las tuyas está el separarlos para tu bienestar y beneficio.
Publicación original: 2014
Ultima revisión: 2017
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Imagen © Thinkstock / kirsty okeeffe
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