La ateroesclerosis es prevenible
La arterioesclerosis y la ateroesclerosis son las principales causas de enfermedades del corazón y de muertes en la mayoría del mundo. Aunque suenan parecido y están directamente relacionadas, no son exactamente lo mismo. En Vida y Salud te explicamos qué son, qué relación tienen y cuáles son sus riesgos, porque cuando se trata del corazón es mejor hablar claro.
Cuando buscas información sobre Arterioesclerosis es común que te hablen también de Ateroesclerosis, como si fueran lo mismo. ¿Son lo mismo? No exactamente…
Arterioesclerosis significa endurecimiento de las arterias, una condición progresiva que afecta los vasos sanguíneos que salen del corazón para repartir oxígeno y nutrientes al resto del cuerpo. Ateroesclerosis es un tipo de Arterioesclerosis, es decir, un endurecimiento de las arterias provocado por un “atero”, la palabra griega para referirse a una placa que se compone de grasa y otras sustancias, y que cubre las paredes internas de las arterias.
La diferencia clave está en que la Arterioesclerosis es la condición general y puede deberse, entre otras, a causas naturales como la edad. En cambio la Ateroesclerosis surge por una situación específica, totalmente prevenible y tratable. Además, es una situación mucho más riesgosa, pues la placa que se forma en las paredes de las arterias no sólo las endurece sino que además puede bloquear parcial o totalmente el paso de la sangre.
¿Por qué se forma el atero? Aún no se conocen las causas exactas de la ateroesclerosis. Hasta ahora la hipótesis más aceptada es que cuando fumas, tienes hipertensión (presión arterial alta), diabetes o colesterol alto, el tejido que cubre las paredes de las arterias, el endotelio, se daña. Cuando el endotelio tiene una lesión, unas células llamadas plaquetas se acumulan sobre la lesión para curarla, además de la grasa, el calcio y otras células que circulan en la sangre. La combinación de todo esto forma una placa dura, un pequeño bulto en la pared de la arteria, que con el tiempo puede aumentar de tamaño estrechando el espacio y limitando el paso de la sangre hasta llegar a bloquearlo completamente. O la placa puede romperse y desprendiendo coágulos de sangre, que también pueden obstruir (tapar) una arteria.
Imagínate lo que podría pasar si algún órgano o una extremidad de tu cuerpo dejara de recibir suficiente sangre o si dejara de recibir sangre por completo… ¡Sería gravísimo! Podría verse seriamente afectado o incluso podría dejar de funcionar. Los efectos varían dependiendo de la arteria afectada. Si tienes Ateroesclerosis en las arterias que van hacia tus brazos o piernas, te pueden doler o desarrollar gangrena, que incluso pueden llevar a requerir amputación. O si se bloquean las arterias que van al cerebro, puedes sufrir una apoplejía (accidente cerebrovascular o ACV) o un daño cerebral permanente.
Y si tienes ateroesclerosis en las arterias coronarias o (las que irrigan al corazón), las consecuencias son aún más serias pues puedes sufrir una enfermedad del corazón, que incluye desde una angina (dolor de pecho), hasta un ataque cardíaco. Y cada año, tan sólo en Estados Unidos, mueren aproximadamente 900 mil personas por enfermedades del corazón.
Pero no hay que perder las esperanzas con respecto a la Ateroesclerosis. Las arterias no se endurecen de la noche a la mañana, y la formación de la placa puede prevenirse o detenerse con un estilo de vida saludable. Incluso se puede tratar con medicamentos y/o cirugía.
¿Crees que estás en riesgo de sufrir Ateroesclerosis? Habla con tu médico y ponte manos a la obra.
Imagen © iStock / eranicle
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