Si por tu trabajo y obligaciones solamente puedes hacer ejercicio a una hora determinada del día, pues ese momento es mejor que ninguno. Pero, ¿está nuestro cuerpo preparado para beneficiarse más de la actividad física en algún horario en particular?
Hacer ejercicio siempre es saludable y no importa el momento que elijas, siempre será mejor que nada. Sin embargo, ¿da lo mismo ejercitar a cualquier hora del día o el cuerpo puede beneficiarse más de la actividad física en algunos horarios que en otros?
En verdad, la respuesta a esa pregunta todavía se sigue investigando, y los resultados que se conocen hasta ahora son variados. Por ejemplo, un estudio desarrollado en 2011 por unos investigadores de la Appalachian State University en Carolina del Norte, EEUU, encontró que hacer ejercicio por la mañana ayuda a dormir mejor por las noches. Además, los participantes que ejercitaron por las mañanas tuvieron una presión arterial 10% menor durante el día y 25% menor durante la noche.
Otro estudio, en este caso desarrollado por unos investigadores franceses, encontró que hacer ejercicio por la tarde mejora el desempeño y disminuye las posibilidades de lesionarse en caso de golpes o caídas, en especial cuando se trata de actividades más activas, como correr, nadar o andar en bicicleta (aunque esto no significa que si realizas la actividad durante la mañana te lesionaras más). Esto se debe a que, por la tarde, la temperatura corporal es más alta y, por eso, las articulaciones y los músculos se adaptan más al ejercicio.
Esto ocurre porque nuestro cuerpo tiene su propio reloj interno, denominado reloj biológico o circadiano, que funciona con ciclos de 24 horas y le envía señales al organismo para que funcione de acuerdo al momento del día. Regula, entre otras cosas, la temperatura corporal, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, y es el responsable, por ejemplo, de que a veces tengamos sueño y otras veces hambre.
Al respecto, otro estudio publicado en el American Journal of Physiology–Regulatory, Integrative and Comparative Physiology en 2003 encontró que, tanto los adultos jóvenes (de entre 20 a 32 años de edad) como los adultos mayores (de entre 55 y 73 años) experimentaron retrasos en sus niveles de melatonina (la hormona que regula el sueño), luego de hacer ejercicios durante la noche, antes de acostarse. Si perteneces a uno de estos grupos y has estado experimentando problemas de insomnio, ésta podría ser la razón. Por eso, en general, no se recomienda hacer actividades físicas de mucha intensidad por la noche (sí por la tarde).
Como puedes ver, no hay evidencias confiables que sugieran que puedes quemar más calorías en algún momento del día que en otro, por ejemplo, o que sea más beneficioso hacer ejercicio en un horario en particular. Lo que sí es cierto es que el momento del día puede influenciar en cómo te sientes al ejercitar y, por supuesto, debes buscar el que te haga sentir mejor.
Algunos se sienten mejor por las mañanas, antes de comenzar con el resto de las actividades que luego pueden interponerse ante su objetivo de mantenerte activo. Otros, en cambio, prefieren hacerlo por la tarde o la noche, cuando ya han terminado con todas las responsabilidades.
Lo importante es que elijas el momento del día que te resulte más cómodo, de modo que la actividad física se vuelva un hábito y no lo abandones. Y tú, ¿qué momento has elegido para ponerte a hacer ejercicio?
Actualización de un artículo originalmente publicado en el 2013.
Imagen © iStock / Jacek Kita
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