Por Becky Krinsky
¡Qué cómodo es utilizar la culpa para dejar de tomar responsabilidad y justificar a las circunstancias! Después de todo no soy yo… a mí siempre me pasan estas cosas… todo esto se debe porque en alguna ocasión me quedó esta costumbre… yo atraigo este tipo de situaciones…
Efectivamente hay situaciones dolorosas, complicadas, o algo así parecido. Seguro que éstas suceden y dejan una marca difícil de borrar. Sin embargo, no deben de ser la razón o el pretexto para poder tener una vida rica llena de momentos memorables y bellos. Fluir y dejar que la vida ofrezca la oportunidad de sorprender y ofrecer una situación deliciosamente inesperada.
Vivir echando la culpa limita, paraliza y también envenena el alma; en realidad la vida es variada, está compuesta de múltiples eventos los cuales, seguramente no todos se relacionan entre sí y no todos pueden ser culpa de algo o alguien fuera de nosotros mismos. Algunos simplemente suceden, y no son culpa de nadie.
Pero también es cierto que hay personas que prefieren vivir con una posición más cómoda, así pueden dejar de luchar, tomar responsabilidad y poner todo lo que sucede en el mismo saco: culpa; aseguran que su destino proviene de la misma raíz, todo predeterminado, y que no hay escapatoria. Por lo tanto, no hay razón para esforzarse tampoco.
Olga asegura que todos sus problemas se relacionan con la muerte de su madre. Su divorcio, sus amigas indiscretas, sus hijos rebeldes, su novio sin deseos de componerse… todo, absolutamente todo, es culpa de la dolorosa pérdida de su mamá.
Si bien Olga es una mujer independiente y luchadora que trabaja, viaja por el mundo y tiene un buen ingreso, se lamenta y vive angustiada ya que asegura que su vida es un continuo sufrir. Cree que la muerte prematura de su madre es la culpable del fracaso de su matrimonio y de que sus hijos se quieran ir a estudiar lejos e independizarse.
Ella vive convencida que por la culpa del sufrimiento que sintió en su infancia a causa de la muerte de su mamá se encontró una pareja que eventualmente la iba a dejar, lo que también lograría que sus hijos quisieran alejarse de ella.
¿Cómo es posible que Olga viva culpándole a un evento que ella no puede ni pudo nunca controlar? Su madre, su divorcio y el crecer de sus hijos no son el mismo tipo de abandono. No podemos pensar que hay una sola causa que nos hace lo que somos.
En realidad, no hay un ingrediente exclusivo, tampoco hay un platillo único. Aprender a vivir con la variedad y las múltiples combinaciones es lo que hace la cocina de la vida un lugar especial, diverso y con muchos distintos sabores que condimentan y le dan textura y un gusto especial a la vida.
La Receta:
“Libérate de la culpa”
Ingredientes:
- 1 taza de realidad; objetividad y claridad para ver la vida
- 2 cubos de responsabilidad; conciencia de las acciones propias
- 1 manojo de aceptación; del dolor y la perdida
- 3 cucharadas de valor; para dejar ir, para soltar el pasado
- 1 pizca de actitud positiva; gratitud, humildad y buena disposición
- 2 piezas de perspectiva; poner proporción a la situación y reconocer las diferencias
- Variedad al gusto y según sea necesario
Recomendación del chef:
No voy a utilizar la culpa, ni voy a buscar excusas para evitar mi responsabilidad sobre mis acciones. Yo solo soy responsable de lo que hago, digo o pienso. Si mis relaciones no funcionan, yo puedo y debo cambiarlas. El dolor y la culpa me estorban, me limitan y me quitan la paz.
Modo de preparación:
- La responsabilidad otorga libertad. Aceptar la realidad y los retos individuales fortalece el carácter y motiva a la toma de conciencia así como al crecimiento personal.
- La vida es el resultado de las actitudes que se toman frente a las elecciones. No se pueden controlar los eventos que suceden, cada uno de ellos tendrá su razón. Además, estos dejan su marca; la cual puede convertirse en un ancla que hunde y llena de culpa o unauna luz que ilumina e impulsa a seguir.
- Aceptar y dejar ir el dolor, los errores y las fallas, es símbolo de madurez. ,Despojarse del sentimiento inútil de atapo por el pasado y dejar de vivir con autocompasión motiva al balance emocional, el crecimiento espiritual y al desarrollo de las potencialidades personales.
“La culpa es un absurdo que solo intoxica, limita y lastima. ¿Para qué guardarla?”
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