martes, 23 de junio de 2015

Terapias integrales para las infecciones vaginales

Vaginal Discomfort

Es muy común que las mujeres suframos de infecciones vaginales. La fisonomía vaginal hace que sea un área del cuerpo muy delicada y además ahí se pueden guardar muchas bacterias, virus y hongos que, si se desequilibran, hacen que las infecciones se desarrollen con facilidad. ¿Cuáles son las infecciones más comunes y cómo las podemos tratar? Sigue leyendo para saber más…

La vagina es una de las zonas del cuerpo de la mujer con mayor cantidad de microorganismos. Todos ellos coexisten en un equilibrio normal y este ecosistema es necesario para la salud de la mujer y, en su momento, incluso para la salud de los bebés. Al parir por la vagina, el sistema inmunológico de los bebés se activa, su cuerpo se coloniza de las bacterias de la madre y comienza un proceso de adaptación y defensa necesarios para la salud del bebé fuera del útero (de la matriz).

Este equilibrio puede ser fácilmente alterado y es entonces cuando se generan condiciones anormales en la vagina y por lo tanto, posibles enfermedades. Algunas de ellas también se pueden adquirir de las relaciones íntimas, me refiero a las infecciones o enfermedades de transmisión sexual. Algunas de las infecciones vaginales incluyen: candidiasis o moniliasis, vaginosis bacteriana, tricomoniasis, virus del papiloma humano (VPH), herpes, clamidia, gonorrea, y sífilis.

Algunas pueden ser causadas por contacto sexual como mencioné, otras por usar ropa muy ajustada, abusar del azúcar y las harinas procesadas en la dieta, de las duchas vaginales o por el uso de antibióticos (que cambian la flora vaginal), por falta de higiene o por el uso de telas sintéticas en la zona genital.

En esta columna discutiremos las infecciones vaginales causadas:

  • Por los hongos: Candida Albicans (candidiasis)
  • Por las bacterias: Gardnerella vaginalis (vaginosis bacteriana)
  • Por los parásitos: Trichomonas vaginalis (tricomoniasis)

Los síntomas que causan las infecciones vaginales suelen ser flujo o secreciones de varios colores y olores (entre más oscuro sea el color y los olores sean más intensos, puede tratarse de algo más serio). Suelen venir acompañadas de cambios de color, enrojecimiento, ardor o dolor, resequedad, molestias al orinar y al tener relaciones sexuales (incluso puede haber sangrado).

Es muy importante que si tienes alguno de estos síntomas hagas una cita con tu ginecólogo para que te revise, te haga un estudio para determinar qué tienes (como un cultivo vaginal, por ejemplo) y te de el tratamiento que necesites.

Es importante que no tengas relaciones sexuales mientras tengas la infección vaginal, que seas muy cuidadosa con tu higiene íntima, pero que evites las duchas vaginales porque además de alterar aún más tu flora vaginal, estas podrían hacer que la infección se propague a otras zonas de tus genitales o, sea, que incluso lleguen hasta la pelvis y que causen problemas más graves como la enfermedad inflamatoria pélvica.

Por cierto, la vaginitis se refiere a la inflamación de la vagina. Puede ser causada por bacterias, hongos, parásitos o virus, así como por irritaciones generadas por químicos, telas, contacto sexual, hormonas, antibióticos, anticonceptivos, duchas vaginales y enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Candidiasis

Esta infección se genera por un sobre crecimiento de hongos en la vagina  (Candida Albicans) Los síntomas típicamente son: ardor, irritación, comezón, enrojecimiento y puede haber inflamación de la vulva con dolor. y el flujo vaginal es blanco, inodoro y se ve como requesón (cottage cheese). Es de las infecciones vaginales más comunes y por lo tanto de las más fáciles de curar. De hecho, para tratarla, hay muchos medicamentos que no requieren receta médica (pomadas y óvulos contra el hongo). La padecen alrededor del 75% de mujeres alguna vez en su vida.

No hay problema en usar alguno de estos productos que se venden sin receta aplicarte si estás plenamente segura que se trata una infección vaginal por hongos o candidiasis ligera. Pero, no debes auto-medicarte: si estás embarazada, si tienes diabetes, si estas teniendo estas molestias frecuentemente (4 veces al año o más), tienes problemas inmunológicos (o sea, si tu sistema de defensa está débil), ya sea porque tienes VIH o por alguna medicina que tomes por algún otro problema médico, o si no estás segura si lo que tienes es una infección vaginal por hongos. En todos estos casos debes visitar al médico.

Para tratar las infecciones por cándida generalmente se usan medicamentos como: isoconazol, clotrimazol, miconazol, terconazol o fluconazol. Vigila muy bien tus síntomas y checa que en verdad vayan mejorando una vez que usas los medicamentos. Algunos de ellos se toman y otros se aplican exteriormente o se introducen en la vagina. Si no se quitan tus síntomas, consulta a tu médico pues podría tratarse de otra cosa.

Contamos con algunos estudios acerca de terapias alternativas para el tratamiento de la infección vaginal por hongos. Entre ellos están el ácido bórico en supositorio que parece que podría ayudar en algunos casos, pero que puede irritar la piel y que es toxico si se ingiere. Desgraciadamente, no se tienen estudios bien diseñados.

Otro que se utiliza frecuentemente es el yogurt natural (sin azúcar) ya sea dentro de la vagina o ingerido. El que contiene lactobacillus vivos (que también se pueden consumir en cápsulas). Algunas mujeres dicen que comer una taza de este tipo de yogurt diario por 6 meses puede reducir la incidencia de infecciones vaginales por cándida siempre y cuando que realmente contenga lactobacilos acidofilus vivos.

Varias mujeres han reportado buenos resultados usando este tipo de yogurt, sin embargo, aún no se han realizado estudios con un grupo de mujeres de control que corroboren este hallazgo. Algunos estudios han mostrado que es efectivo para reducir los cultivos de cándida y que ayudan a disminuir los síntomas, pero otros no han podido confirmar ni obtener los mismos resultados. Así que su eficacia incierta y los expertos no lo recomiendan hasta que se verifique científicamente.

Otros remedios que algunas mujeres utilizan a pesar de la falta de evidencia científicas de su eficacia incluyen, por ejemplo: cremas o baños de asiento con tea tree (árbol del té) una especie originaria de Australia los aborígenes utilizan como un antibiótico natural desde tiempos ancestrales. Lo usan externamente para la infección por hongos como la candidiasis. Sin embargo, no hay estudios a gran escala, ni probados, que avalen su eficacia. Se necesita más investigación al respecto.

También han usado al ajo, supuestamente para tratar a los hongos y para fortalecer el sistema inmunológico. Su eficacia en el uso tópico (y en este caso, interno, dentro de la vagina) no se ha comprobado científicamente. Además el ajo podría interactuar con algunos medicamentos e incluso causar reacciones alérgicas. Es importante que consultes a tu médico antes de usarlo.

En cuanto a la prevención: evita las duchas; evita usar ropa apretada en esa área; procura usar ropa de algodón y evita las telas sintéticas para evitar la humedad; quítate el traje de baño y la ropa de ejercicio tan pronto como puedas: no uses toallas femeninas, tampones o jabones perfumados; evita los baños de tina muy caliente; procura controlar tu diabetes

Vaginosis bacteriana

La vaginosis bacteriana es la causa más común de vaginitis, sucede cuando las bacterias que normalmente habitan la vagina se desequilibran y algunas de ellas (como la Gardnerella vaginalis) crecen en exceso. Es común que aparezca cuando se usa un dispositivo intrauterino (DIU), haya habido contacto sexual de riesgo o estés embarazada.

La higiene es muy importante, si has sido diagnosticada con esta o cualquier otra infección vaginal. Sin embargo, hay mujeres que eligen darse duchas vaginales con vinagre y los médicos no lo recomiendan pues aseguran que la vagina está hecha para limpiarse a sí misma y los agentes externos (como los jabones, los perfumes y en este caso, el vinagre) pueden alterar a las bacterias que mantienen a la flora vaginal saludable.

Los síntomas de la vaginosis bacteriana es un flujo vaginal delgado grisáceo de un olor a pescado, especialmente después de tener relaciones sexuales. Podría haber picazón vaginal y ardor al orinar. Sin embargo, algunas mujeres no tienen ningún síntoma.

A veces, las mujeres creen que tienen una infección por hongos por la picazón, pero al no responder al tratamiento van al médico y él o ella les dice que su infección vaginal es una vaginosis bacteriana. A veces, buscan ayuda profesional por el mal olor. Es importante tratarla porque puede causar enfermedad inflamatoria pélvica si no se atiende y ésta puede llevar a esterilidad. Cualquier infección aumenta el riesgo de que contraigas otra enfermedad de transmisión sexual y si estás embarazada, se asocia a bebés de bajo peso al nacer y a partos prematuros.

La vaginosis bacteriana se puede tratar con metronidazol (oral o en gel) o clindamicina en crema y algunas investigaciones clínicas muestran que ciertas cepas de lactobacilos (gasseri y rhamnosis) podrían ayudar en el tratamiento de la vaginosis bacteriana cuando se aplica dentro de la vagina. La pareja masculina no requiere tratamiento pero si se podría transmitir de mujer a mujer, por lo que la pareja femenina debe chequearse para determinar si tiene la bacteria y de ser así, que reciba tratamiento.

Para prevenirla, evita las duchas, los perfumes y usa el jabón por fuera. Si tienes varias parejas sexuales, usa un condón.

Actualmente no existe evidencia científica de ningún tratamiento alternativo o complementario que ayude al tratamiento de la vaginosis bacteriana.

Tricomoniasis

La infección vaginal por Trichomonas vaginalis se transmite por contacto sexual y es causada por un parásito. Se transmite tanto en los hombres como en las mujeres y en nosotras se establece en la vagina. Se puede prevenir teniendo precauciones en relación al sexo (usando un condón correctamente) y si te la han diagnosticado tu pareja también se debe revisar.

Es muy común, pero sólo el 30% de las personas infectadas desarrollan síntomas. No se transmite a otras zonas del cuerpo como boca, ano o las manos y aunque no tengas síntomas se puede seguir contagiando.

Los síntomas incluyen: flujo claro que puede ser transparente, blanco, amarillento o verdoso, de un olor diferente, ardor, enrojecimiento, dolor, picazón, molestias al orinar y al tener relaciones sexuales. Si no se trata se puede prolongar por meses e incluso años. Lo que sucede es que los síntomas pueden ser intermitentes, si se presentan. En las mujeres embarazadas puede causar partos prematuros y bebés bajos de paso.

Se diagnostica con una prueba de laboratorio y normalmente se trata con antibióticos (como metronidazol). Lo debe tomar la mujer infectada, igual que su pareja o parejas y evitar, durante el tratamiento, tener contacto sexual. Una vez que puedas volver a tener relaciones, protégete con condón ya que la puedes volver a contraer.

Actualmente no existe evidencia científica de ningún tratamiento alternativo o complementario que ayude al tratamiento de la tricomoniasis.

 

Imagen © iStock / Attila Barabas



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