viernes, 22 de mayo de 2015

Recetas para la vida – ¿Por qué es tan difícil pedir ayuda?

Man and woman hands helping concept

Es complicado pedir favores sin sentirse algo incómodo

Por Becky Krinsky

El ser independiente y poder hacer lo que uno quiere, cuando uno necesita, es un privilegio que otorga libertad, seguridad y satisfacción. El no depender de nadie para ir, venir, hacer, o deshacer, es una condición natural, que generalmente queda sobre entendido. Una persona adulta, sana y normal entiende que su mundo – es decir sus necesidades y compromisos — son personales y, por lo tanto, es ella, y sólo ella, la responsable de que estas se logren.

Tener el control sobre las acciones propias da poder y mejora el autoestima y, por lo tanto, la felicidad individual. Qué maravilla, ¿verdad?

Pero ¿qué pasa cuando uno pierde la habilidad de poder hacer lo que necesita, ya sea temporal o permanentemente? ¿Qué sucede cuando surge una enfermedad que limita las destrezas? ¿Qué se puede hacer cuando las circunstancias cambian y se necesita pedir ayuda? El miedo, el dolor, la angustia, los sentimientos de impotencia, en fin una enorme lista de pensamientos tóxicos llenan la mente y, sin querer, se puede convertir en una situación complicada y quizá hasta un tanto antagónica.

Para empezar, hay que reconocer que la persona que necesita ayuda no se siente muy bien, ya sea porque esta enferma, tiene dolor, incapacidad, o simplemente emocionalmente está sufriendo y no tiene manera de sobrepasar sus problemas o pérdidas, o siente frustración.

Por el otro lado, el pedir ayuda orienta a la persona a sentir que está en una situación un poco más vulnerable, limitada y hasta algo desagradable. Realmente es incómodo pedir favores. Además uno siente que nunca los termina por pagar, sintiendo la deuda continuamente.

Así, el pedir un favor, que no tiene nada de malo en sí, recurre a tener pensamientos que no son tan alentadores e invitan a reconocer y aceptar que uno ha perdido su independencia y su autonomía, ya sea temporal o crónicamente.

Por esta ocasión hagamos un trato: vamos a cambiar la manera de percibir la ayuda. Qué tal si cambiamos la visión y, en lugar de enfocarnos en la pérdida, dirigimos la atención a los aspectos positivos. Es decir, comenzar a entender todo lo que se puede ganar cuando las personas que nos quieren tienen el poder y la posibilidad de ayudar y de aliviar un poco el dolor y el sentimiento de impotencia causados por la enfermedad, el dolor o cualquiera que sea la circunstancia que está limitando la acción.

El poder ayudar, hacer un favor con gusto y por amor, es un privilegio que solo se le puede regalar una persona que necesita la ayuda.

Pedir ayuda, acerca a las personas, las hace más generosas, las hace sentirse útiles e importantes y – sobre todo – más conscientes de la fragilidad de sus propias vidas. Y lo mejor de todo es que hace de este mundo un mejor lugar para vivir.

La próxima vez que te enfermes, recuerda que la gente te va ayudar con gusto, solo tienes que pedir ayuda.

La Receta:

Cómo pedir ayuda y no sentirse incomodo

Ingredientes:

  • 1 taza de aceptación – reconocer las limitaciones sin reproches
  • 2 cucharadas de humildad – sensibilidad y prudencia para pedir ayuda
  • 1 ramita de sinceridad – claridad y objetividad personal
  • 2 racimos de gratitud – aceptar el cariño y las atenciones sin juzgar y con gusto
  • 1 taza de flexibilidad – estar dispuesto a cambiar los planes y adaptarse a la nueva realidad
  • 1 pizca de calma – paciencia y fe. Esperanza y aprender a darle tiempo al tiempo
  • 1 manojo de buena disposición – actitud positiva, con apertura y buen humor

Recomendación del chef:

Hay que reconocer que uno no es culpable, ni eligió lo que le sucede. Por lo tanto, es más sano no sentir enojo. Aceptar la situación con tranquilidad permite ver opciones para salir adelante y poder sanar.

Modo de preparación (Como se disfruta más la vida):

  1. Poder pedir ayuda sin sentir culpa o incomodidad es un arte que se debe de aprender y desarrollar. El depender de otros cuando se necesita no es símbolo de debilidad, al contrario es el primer paso para fortalecer el alma y poder sanar. Saber pedir ayuda, a la persona indicada en el momento más apropiado, es una habilidad que se aprende.
  2. Ayudar a quien lo necesita es un privilegio que solo lo puede dar el que necesita la ayuda.
Tener la confianza para pedir ayuda y sentir la seguridad de que la persona al la quien se le pide ayudará, tendrá compromiso y prudencia, crea lazos de confianza y cariño irremplazables.
  3. Pedir ayuda hace al mundo mejor. Cuando se reconoce que necesitamos de los demás, y que los otros también tienen la disposición para ayudar, las relaciones se nutren, se fortalecen, la comunidad se une y todos salen beneficiados.

Todos ganan ayudándose entre sí: el que ayuda se enriquece y se fortalece emocionalmente, al que ayudan se siente querido y acompañado, ambos igualmente necesarios para sanar.

 

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