Se han refinado las pautas para la presión arterial de los ancianos, los diabéticos y los enfermos renales. La Mayo Clinic nos explica los cambios y por qué ocurrieron.
La hipertensión es un problema de salud grave y común que puede derivar en varios riesgos importantes, tales como ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca e insuficiencia renal, así como daños a otros órganos. Los ancianos son quienes particularmente corren ese riesgo, pues más de 50 por ciento de personas mayores de 65 años y cerca de 80 por ciento de los mayores de 75 años padecen de hipertensión.
La presión arterial se considera normal cuando es menor de 120/80 mm Hg. En algunas personas, la hipertensión tiende a desarrollarse en el transcurso de varios años, sin que exista una causa exacta; mientras que en otros, la causa de la hipertensión es una afección subyacente, tal como una enfermedad del riñón o de la tiroides.
El objetivo del tratamiento de la hipertensión es mantener la presión arterial dentro de un rango que evite daños a las arterias, el corazón, los riñones y el cerebro. Dicho rango varía un poco, según el subconjunto de pacientes.
Las últimas pautas son las del Octavo Comité Nacional Conjunto para Prevención, Detección, Evaluación y Tratamiento de la Hipertensión y se publicaron en 2014. Dichas pautas recomiendan que quienes padecen hipertensión mantengan la presión arterial en menos de:
- 150/90 mm Hg para los adultos sanos a partir de los 60 años. Estas cifras son ligeramente mayores que las pautas anteriores.
- 140/90 mm Hg para los adultos sanos menores de 60 años.
- 140/90 mm Hg para los adultos con diabetes o enfermedad renal. Estas cifras también son ligeramente mayores que las pautas anteriores.
Uno de los principios subyacentes de las nuevas pautas es que para mejorar la salud, no siempre es bueno el tratamiento más agresivo, el mismo que tampoco está respaldado por pruebas contundentes, especialmente en el caso de los ancianos diabéticos o con problemas renales crónicos. Los objetivos de un tratamiento menos agresivo disminuyen la intensidad del mismo, lo que también conlleva menos efectos secundarios.
Es bueno recordar que las pautas se basan en los datos derivados de una gran cantidad de pacientes cuidadosamente seleccionados, y las opiniones varían respecto a cuáles objetivos para la presión arterial son mejores para un estado de salud óptimo. Por ello, los pacientes deben colaborar con los proveedores de atención médica para determinar las mejores tácticas de reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y demás consecuencias de la hipertensión.
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