Blancos, relucientes y parejos: así son los dientes de esas sonrisas perfectas que admiramos en las modelos y en los artistas, en las revistas y en las películas, pero que vemos muy poco en la vida real. Cuando brotan los dientes definitivos, por lo general vienen protegidos por un esmalte blanco y nítido. ¿Qué le sucede con el tiempo a ese esmalte que va perdiendo su brillo y tornándose amarillento? Y lo más importante, ¿qué podemos hacer para evitar que se manchen los dientes? Entérate aquí.
La sonrisa ideal tiene como ingrediente fundamental dientes blancos, parejos y relucientes. En eso hay mucha gente que está de acuerdo. También coincide la gente en que una bonita sonrisa juega un papel mucho más allá de lo estético. Así lo confirma una encuesta de la Academia Americana de Odontología Cosmética (AACD por sus siglas en inglés). Mira los resultados:
- Más del 92% de los adultos estadounidenses entrevistados coincide en que una sonrisa bonita es un recurso social importante.
- Un 88% admite recordar a alguien con una sonrisa bonita.
- El 85% admite que una sonrisa poco atractiva no atrae al sexo opuesto y el 74% agrega que le resta oportunidades a la persona a nivel profesional.
- Solamente un 50% de los encuestados está satisfecho con su sonrisa. Y gran parte del descontento son los dientes manchados o con decoloraciones del esmalte.
Entendiendo la estructura del diente
Los dientes están formados por cuatro tipos de tejido que se van superponiendo en capas: pulpa, dentina, esmalte y cemento dental. La porción interna y más profunda del diente se llama pulpa. Es de textura blanda y consiste en el tejido conjuntivo, los nervios y los vasos sanguíneos que “alimentan” al diente. La pulpa tiene dos partes: la cámara de la pulpa (la parte superior que vemos o corona) y la base que sostiene al diente en la encía, o la raíz. Por debajo del nivel de las encías, una capa ósea (de hueso) llamada cemento dental, cubre el exterior de la raíz y sostiene al diente en su sitio dentro de la mandíbula. Por encima de la pulpa, se sitúa la dentina, una sustancia amarilla que constituye la mayor parte del diente (es precisamente la dentina la que le da a los dientes con el tiempo esa típica coloración amarillenta). La capa más superficial es el esmalte, el tejido más duro de todo el cuerpo ya que debe soportar la presión de la masticación y proteger a las capas más blandas del diente de las bacterias nocivas y de los cambios de temperatura de los alimentos fríos y calientes, sin duda un trabajo duro y de mucha responsabilidad.
Lo que le pasa al esmalte
Cuando brotan los dientes definitivos (permanentes) la mayoría de las personas estrena un esmalte blanco como la porcelana. Pero con el transcurso del tiempo ese esmalte va cambiando y perdiendo el lustre original debido a la función que cumple: debe soportar los efectos de masticar los alimentos, el del roce o crujido de unos dientes contra otros, los efectos de traumas, golpes o presión en los dientes (usarlos para cortar y abrir objetos como si fueran herramientas), así como el ataque de los ácidos causados por el azúcar. No en balde, con el pasar de los años el esmalte blanco se va desgastando y haciéndose más transparente, lo que permite que se vea el color de la capa subyacente: la dentina. Con el uso diario de los dientes, la dentina se mantiene intacta, pero no así la superficie del esmalte, que se desgasta y se cuartea. Es dentro de estas cuarteaduras microscópicas que se van acumulando las manchas y los detritos (los restos muy pequeños de basura).
Los tipos de manchas del esmalte
Las manchas que aparecen en la superficie del diente se llaman manchas extrínsecas, y se producen como resultado de consumir bebidas y alimentos coloreados, fumar y el desgaste diario. Las manchas extrínsecas más superficiales se pueden eliminar con el cepillado y una pasta dental o crema dental blanqueadora. Las más resistentes, requieren un mayor esfuerzo, como un tratamiento de blanqueamiento en la consulta del dentista. Si no se eliminan adecuadamente, las manchas pueden penetrar totalmente el esmalte, pasar a la dentina e incrustarse allí.
Cuando las manchas se forman en la parte interna del diente se llaman manchas intrínsecas que se originan por traumas (golpes, accidentes), por envejecimiento, exposición a sustancias o medicamentos como la tetraciclina durante la formación del diente, o a una ingestión excesiva de fluoruro (flúor). En el pasado, se consideraba que no era posible corregir las manchas de este tipo, pero en la actualidad los expertos en odontología cosmética cuentan con diferentes tratamientos para mejorarlas.
Estas son las causas más comunes de las manchas en los dientes:
- Edad: hay una correlación directa entre la edad y la coloración del diente. Con los años, el esmalte se oscurece debido al uso y al desgaste diario y continuo, así como a la acumulación de las manchas. Los adolescentes que reciben tratamientos de blanqueamiento obtienen resultados inmediatos y dramáticos. En los 20, ya los dientes comienzan a mostrar una sombra amarillenta y el blanqueamiento requiere un poco más de esfuerzo. Ya a los 40, la sombra amarillenta va tornándose más parda (carmelita o café) y se requiere más mantenimiento para mantener una sonrisa blanca. A partir de los 50, los dientes han absorbido una diversidad de manchas persistentes que se vuelven más difíciles de quitar.
- Genética: cada persona nace con un tono de esmalte particular, más claro o más oscuro. Otras tienen un esmalte más opaco o más traslúcido. Las personas con esmaltes más opacos y gruesos tiene una ligera ventaja sobre las demás: sus dientes parecen más claros y brillantes y responden mejor al blanqueamiento. Los dientes más delgados y más transparentes – más notable en los dientes frontales- tienen menos cantidad del pigmento necesario para el blanqueamiento.
- Bebidas y alimentos: el consumo habitual de café, cola, vino tinto, té, zanahorias, naranjas y otras bebidas y alimentos de color intenso, pueden ir manchando los dientes con el paso de los años. Más aún: los alimentos ácidos como las frutas cítricas y el vinagre pueden erosionar el esmalte. Como resultado, éste se torna más transparente y deja ver la dentina amarillenta que queda debajo.
- El hábito de fumar o mascar tabaco: la nicotina va depositando residuos de color café que se van adhiriendo a la estructura del diente y causan una mancha intrínseca.
- Químicos y medicamentos: el consumo de antibióticos como la tetraciclina y la doxiciclina mientras se forman los dientes (antes de los 8 años de edad), puede producir manchas grisáceas o de color café, difíciles de quitar. Los enjuagues bucales que contienen clorexidina, los antihistamínicos como el Benadryl, los medicamentos anti psicóticos y para la hipertensión también pueden decolorar los dientes.
- Rechinar de dientes: el bruxismo, por lo general asociado al estrés, añade más cuarteaduras al esmalte y causa que los bordes cortantes se oscurezcan.
- Malos hábitos de higiene dental: el no cepillado frecuentemente los dientes o el hacerlo mal, si no se elimina la placa dental, también puede causar la decoloración de los dientes.
- Exceso de flúor: ya sea por el medio ambiente, a través del agua del grifo o la llave, o el uso excesivo de enjuagues, pastas dentales y suplementos de fluoruro.
- Materiales dentales: algunos tipos de amalgamas, especialmente las que contienen sulfuro de plata, pueden darle una sombra grisácea al esmalte.
- Tratamientos: la radiación y la quimioterapia para el cuello y la cabeza también pueden causar decoloración de los dientes.
- Trauma: los daños causados por caídas o impactos pueden interrumpir la formación del esmalte en los niños pequeños cuyos dientes estén en formación. Los traumas también pueden ocasionar decoloraciones y manchas en los adultos.
¿Cómo se evitan las manchas en los dientes?
Hay diferentes maneras y la más sencilla es hacer ajustes y cambios en el estilo de vida.
- El más urgente es dejar de fumar.
- También puedes reducir o eliminar el café, el té y las bebidas con cola.
- Mejora tu higiene bucal, cepillando y usando a diario el hilo o la seda dental.
- Visita al dentista para una limpieza cada seis meses.
- Evita alimentos que puedan mancharte los dientes.
- Usa una pasta dental blanqueadora.
- No uses los dientes para abrir o partir objetos. Usa la herramienta adecuada, nunca la dentadura, ya que puede quebrarse.
Si no te gusta el color que han ido tomando los dientes y quieres blanquear tu sonrisa, hay varios tratamientos disponibles para hacerlo. En esta columna encuentras algunos de ellos: tanto de venta libre, como los que utiliza tu dentista. Como siempre, si tienes dudas o si utilizas alguno de ellos y te causa alguna molestia o no te funciona, lo mejor es consultar a tu odontólogo (dentista). Y, desde luego siempre vale la pena que empieces a reducir los factores que puedan manchar tus dientes para que puedas mostrarlos con confianza siempre que sonrías.
Actualización de un artículo originalmente publicado en el 2011.
Imagen © iStock / LuminaStock
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