Un estudio ha demostrado que las palpitaciones se asocian con un aumento en el riesgo de desarrollar lo que se conoce como fibrilación auricular, un problema del corazón que causa latidos rápidos e irregulares. Sigue leyendo este artículo y descubre más detalles sobre este hallazgo y los síntomas de esta condición.
¿Has sentido alguna vez que el corazón te está latiendo y se brinca latidos o que late intensa y rápidamente, como si quisiera salirse por el pecho a toda velocidad, aunque tú estás cómodamente sentado(a) en un sillón? O ¿que te late de forma irregular? Pues entonces sabes de qué se trata eso que se conoce como palpitaciones, que también pueden sentirse en la garganta o en el cuello.
Las palpitaciones no siempre son problemáticas, generalmente alteran al ritmo cardíaco (lo normal es entre 60 y 100 pulsaciones por minuto), ya sea porque es demasiado rápido, muy lento o porque es irregular. En cualquiera de estos casos se puede tratar de una arritmia, que es un problema diferente que puede afectar al corazón. Cuando las palpitaciones son frecuentes o cuando existe la posibilidad de que se trate de una arritmia (y/o si las palpitaciones se asocian con otros síntomas) es muy importante acudir al médico.
Pero además, un grupo de investigadores de la Universidad de Tromso en Noruega, ha relacionado a las palpitaciones con otra condición del corazón denominada fibrilación auricular, una condición que se caracteriza por latidos rápidos, irregulares y capaces de causar síntomas que también necesitan atención médica.
En el estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista European Journal of Preventive Cardiology, los investigadores observaron datos de casi 23 mil personas en Noruega, de 25 a 96 años, a quienes siguieron durante un promedio de once años.
Durante ese período, un 3 por ciento de las mujeres y un 4.2 por ciento de los hombres desarrollaron fibrilación auricular. Entre ellos, las palpitaciones frecuentes aumentaron el riesgo de desarrollar esa condición en 62 por ciento en las mujeres y en 91 por ciento en los hombres.
El estudio también confirma algo que ya se conocía: que la presión alta aumenta el riesgo de desarrollar fibrilación auricular. En detalle, en los casos analizados para esta investigación, la presión arterial alta o hipertensión (considerada en 140/190 mm de Hg) casi duplicó el riesgo de desarrollar fibrilación auricular en las mujeres y lo aumentó en un 40 por ciento en los hombres.
Paralelamente, entre los factores de riesgo que pueden causar palpitaciones, los científicos detectaron ciertos hábitos como beber alcohol y fumar y otros factores biológicos como la edad, la presión arterial, la diabetes y el índice de masa corporal.
Si bien la fibrilación auricular no causa un ataque cardíaco (aunque un ataque cardíaco sí puede generar fibrilación auricular), esta condición puede derivar en otras complicaciones graves. Por eso es necesario tratarla y controlarla.
Para que puedas estar atento y responder lo antes posible en caso de estar en una situación de riesgo, ten en cuenta que las posibilidades de desarrollar fibrilación auricular aumentan con la edad, cuando la persona tienen enfermedad de las arterias coronarias (las arterias del corazón), enfermedad reumática del corazón (causada por fiebre reumática), presión arterial alta, diabetes o una condición llamada tirotoxicosis, que se caracteriza por un exceso de hormonas tiroideas.
Además, recuerda que en general la fibrilación auricular no produce síntomas, pero cuando aparecen pueden incluir palpitaciones, desmayos, mareos, debilidad, falta de aire o dolor de pecho (angina de pecho).
Por último, es importante que también tengas en cuenta que tú puedes hacer mucho para prevenir la fibrilación auricular, cuando ésta se deriva de una enfermedad arterial coronaria. Para ello sólo debes practicar ciertos hábitos saludables. Por ejemplo:
- Lleva una dieta baja en grasas.
- Controla el colesterol alto y la hipertensión.
- Si tomas bebidas alcohólicas, no consumas más de dos bebidas alcohólicas por día.
- Elimina el tabaco de tu vida.
- Controla tu peso (procura mantener un peso sano) y haz ejercicio regularmente.
Es cierto que cambiar los hábitos diarios por unos saludables puede resultar difícil, pero si de cuidar tu calidad de vida se trata, los beneficios son suficientes para justificar el esfuerzo. ¡Anímate! Y si tienes dudas respecto a la salud de tu corazón, consulta a tu médico para que pueda asesorarte de acuerdo a tu condición en particular.
Imagen © iStock / nzphotonz
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